En un principio, el internauta busca satisfacer sensaciones gratificantes que van requiriendo más y más tiempo de conexión, tiempo que se resta de otras actividades de la vida cotidiana.
Así, la conexión a Internet pasa del disfrute original a ser una ideación obsesiva e impulsiva por la búsqueda de gratificación y placer inmediatos. En poco tiempo, se puede convertir en una compulsión, es decir, en la necesidad de sentirse permanentemente conectado. Además, este enganche al móvil, computadora o tablet puede desencadenar una dependencia secundaria –ya latente en la persona que se conecta– al surgir y mantener, por ejemplo, una adicción a los juegos o al sexo ‘on-line’.
A pesar de que la adicción a las nuevas tecnologías es un fenómeno en aumento, por ahora es muy difícil cuantificar la incidencia y prevalencia de este uso problemático. En este sentido, algunos autores lo cifran en torno al 2-3% de los usuarios de la red. Otros psiquiatras y psicólogos afirman que se puede hablar de dependencia o adicción cuando se pasan más de 40 horas semanales delante de las diferentes pantallas o dispositivos electrónicos, independientemente de razones laborales o profesionales.
Perfil habitual en la adicción a las nuevas tecnologías
Respecto al perfil de la persona con más tendencia a padecer adicción a las nuevas tecnologías, se trata de individuos que pasan horas y horas delante del teclado, saltando de un contenido a otro, con una gran capacidad de distracción, sin poderse concentrar en un tema, abriendo pestañas sin reflexionar sobre lo que están haciendo. Además, suelen engancharse a chats y foros de discusión, así como a redes sociales.
Por lo general, los afectados son personas tímidas, inseguras y con baja autoestima. En muchas ocasiones, no calibran, ni saben valorar los riesgos derivados de la pérdida de su identidad y de su privacidad y de subir a la red información o imágenes propias o de sus allegados. En los casos más graves, destacan por su actitud sedentaria, que les lleva a alimentarse de comida basura y bebidas psicoestimulantes, con facilidad para desarrollar obesidad y enfermedades metabólicas como la diabetes.
Aunque la adicción a las nuevas tecnologías puede atrapar a personas de todas las edades, los adolescentes son el colectivo más vulnerable por lo que los padres y educadores tienen la función fundamental de enseñarles el uso correcto tanto de Internet como de las redes sociales. Es muy importante que aprendan a configurar su intimidad y no exponer datos personales o fotografías, así como participar activamente en su relación con la red para saber por donde navegan.
Tratamiento personalizado
La relación con los pacientes que acuden a consulta constata que algunas personas viven una vida en paralelo a la real, llegando a suplantar su identidad en foros de discusión presentando a su yo ideal. Para estas personas, Internet es su fluido existencial, en la pantalla tienen su vida y la fantasía de
‘ser’ lo que ellos quisieran ser en la realidad.
Su tratamiento es muy personalizado, centrado en las características de la personalidad del adicto o adicta. Se basa en la motivación para el cambio mediante la aplicación de terapias cognitivo-conductuales, o de modificación de conducta, así como en la reestructuración funcional y el aprendizaje de funciones sociales y de interrelaciones interpersonales en la vida real.
Por último, conviene advertir de que existe un riesgo importante de recaída dada la extensión de estas tecnologías. Se aconseja a los allegados de estas personas que vigilen sus hábitos y tiempo de conexión a la red.
Dr. Jerónimo García
Médico especialista en Psiquiatría de IMQ