Existen diferentes tipos de pies planos que conllevan distintas consecuencias en las personas que los padecen. Por un lado está el flexible, que puede presentarse sin que haya alteraciones de importancia y es asintomático. Por otro, se encuentra el rígido, que se debe a deformaciones congénitas o adquiridas que requieren ser evaluadas en un estadio temprano para evitar una alteración gradual de la marcha. Suele ser doloroso y puede ir acompañado de un acortamiento del tendón de Aquiles. Por último, está el pie plano adquirido, que se desarrolla con la edad; en la mayoría de las ocasiones el responsable es un mal funcionamiento del músculo tibial posterior.
Conviene prestar especial atención a los niños, puesto que suelen padecer pies planos fisiológicos que se alargan hasta los siete u ocho años y después se normalizan. En este sentido, los padres siempre hacen la misma pregunta: ¿cuándo hay que ir al podólogo? La respuesta es simple: una vez haya alcanzado una marcha estable, alrededor de los tres años, ya que es a partir de ahí cuando la alteración se hace más evidente. Cuando traen a sus hijos, la mayoría de los progenitores refieren que andan raro o se tropiezan con facilidad. Conviene matizar que les suelen comparar con el resto de compañeros o amigos de su misma edad, por eso es importante llevarlo al podólogo. En la mayoría de estos casos no tiene por qué haber nada patológico, simplemente algunos niños tienen un desarrollo motor más lento.
Diagnóstico y tratamiento de los pies planos
El diagnóstico se basa en el análisis de los síntomas. El especialista realiza una exploración física del paciente en donde se fija en la movilidad articular, valora su pisada mediante la plataforma de presiones digitalizada y ve cómo camina.
Remarcar que los pies planos no necesitan un tratamiento específico si no están causando molestias o problemas al andar. En los casos que cursa con dolor, el objetivo es restaurar la función normal de la extremidad mediante dispositivos ortopédicos como plantillas y férulas, no tanto para eliminar el pie plano sino para facilitar la marcha. Además, se pautarán ejercicios de fortalecimiento de los músculos. Apuntar, por último, que estos tratamientos son a largo plazo y se requiere ser constante.
Gabriel Aguirrezabal Jauregui
Especialista en Podología del Centro IMQ Doña Casilda