Teniendo en cuenta que la población mayor de 65 años se ha incrementado notablemente en las últimas décadas, el uso de estos mecanismos será cada vez más habitual.
Además de las roturas, el desgaste de las articulaciones puede obligar a colocar una prótesis. Por lo general, son de cadera o rodilla, aunque también se pueden dar en codo, muñeca o tobillo. En este caso, son problemas degenerativos como la artrosis. Decir que, al contrario de lo que se pudiera pensar, esta patología no está solo asociada a pacientes de edad avanzada: existen personas jóvenes que, bien por secuelas de fracturas o por un exceso de ejercicio físico, tienen articulaciones desgastadas y dolorosas que les limitan su actividad, por lo que son candidatos a la cirugía protésica.
No obstante, si se padece artrosis la decisión última de operarse o no debe ser siempre del paciente en función de su ritmo de actividad diaria, dolor y pérdida de funcionalidad. En cambio, si se ha producido un traumatismo el paso por quirófano es prácticamente obligatorio ya que, de lo contrario, el paciente estaría condenado a permanecer en cama.
¿Con qué materiales se fabrican las prótesis?
Los materiales con los que se fabrican las articulaciones artificiales han evolucionado y presentan diferencias si la patología articular ha sido provocada por una fractura o un desgaste. El acero biocompatible se usa para sustituir articulaciones dañadas por traumatismos y el titanio es más frecuente en el tratamiento de procesos degenerativos.
La intervención quirúrgica no entraña graves peligros; en estos casos, el único motivo de preocupación puede ser la edad avanzada de los pacientes y las enfermedades que puedan tener y condicionar el paso por quirófano y la recuperación. En cuanto, al postoperatorio, no suele ser largo debido al procedimiento quirúrgico en sí mismo –pueden ser suficientes dos o tres días–, si no hay complicaciones. La de cadera es la prótesis más agradecida ya que se puede comenzar a caminar al día siguiente.