Se entiende por deterioro cognitivo toda disminución de nuestras facultades mentales respecto a un funcionamiento previo. La posibilidad de que una persona llegue a sufrir algún tipo de deterioro cognitivo aumenta con el envejecimiento. Esta posibilidad, depende, en buena medida, de cómo se haya envejecido y de los hábitos de vida que se hayan tenido. La esperanza de vida de la población ha aumentado gracias a aspectos como el progreso de la medicina o el acceso a una alimentación mejor.
Sin embargo, que vivamos más años no significa que vivamos mejor. Aun en ausencia de patologías graves, las personas mayores presentan un enlentecimiento en el procesamiento de la información y dificultades en la memoria reciente. A pesar de ello existen técnicas que pueden ayudar a mantener un envejecimiento saludable.
Un estudio realizado en 2010 afirma que el proceso de envejecimiento está determinado por el factor genético en un 25% y por el ambiente en un importante 75%. Aquí entra en juego lo que se conoce como prevención primaria, entendiendo la misma como aquellas intervenciones que tienen como objetivo reducir el número de casos de deterioro cognitivo y demencia interviniendo antes de que ésta se inicie, promoviendo la iniciación y mantenimiento de una buena salud o eliminando causas potenciales de la enfermedad.
El hecho de presentar deterioro cognitivo leve no presupone que la persona vaya a padecer algún tipo de demencia. De hecho, el deterioro cognitivo leve no es necesariamente progresivo e incluso puede llegar a estancarse o incluso mejorar, por lo que es de vital importancia un buen diagnóstico precoz y determinar en fase temprana el origen de dicho deterioro. Sin embargo, sea el paso previo a una demencia o no, lo que es seguro es que es necesario tomar medidas de intervención que ayuden a mejorar la calidad de vida de la persona.
En un estudio científico se determinaron siete factores de riesgo para el desarrollo de demencia tipo alzhéimer que son: diabetes, hipertensión, obesidad, tabaquismo, depresión, baja actividad cognitiva y baja actividad física. En el estudio se estimó que la reducción de estos factores de riesgo podría suponer una reducción de un 30-50% de los casos de alzhéimer. Otros estudios señalan igualmente como factores de riesgo el uso inapropiado o contraindicado de ciertos medicamentos, así como un mal hábito de sueño.
En conclusión, un buen control de los factores de riesgo a través de una vida activa tanto a nivel físico, como intelectual, una dieta saludable y el mantenimiento de aficiones y relaciones sociales son factores que pueden prevenir, mejorar inicialmente o retrasar la progresión del deterioro cognitivo.
Psicóloga de IGURCO Unbe - Grupo IMQ