Ronquera es el nombre con el que se conoce popularmente a la disfonía, un trastorno de las cuerdas vocales que provoca una emisión de voz de mala calidad. Sea cual sea el motivo, el problema fundamental radica en que las cuerdas vocales no pueden juntarse adecuadamente. Si esto ocurre, la voz sale inevitablemente alterada. Se trata de un trastorno que sufre alrededor del 5% de la población y requiere atención por parte de un otorrinolaringólogo. No obstante, un 98% de los casos son enfermedades benignas que requieren tratamientos específicos pero que no entrañan un riesgo vital.
La edad de mayor prevalencia es entre los 25 y 45 años. En un estudio realizado en Euskadi, el 27 % de los docentes presentan alteraciones de la voz, siendo la segunda causa más frecuente de baja laboral. Por otro lado, el 30-40% de la población infantil en edad escolar ha padecido alguna vez disfonías, de las que entre el 60 y el 80% están provocadas por nódulos.
La laringitis catarral es otro de los trastornos más frecuentes de la voz y alude a la inflamación de las cuerdas vocales, que generalmente tiene su origen en una infección viral de las vías aéreas altas. Otra causa de ronquera es el reflujo de ácido del estómago, que también puede dar lugar a problemas al tragar y dolor. Es un trastorno de difícil diagnóstico ya que la mitad de los pacientes que lo padecen no tienen ardor, un síntoma que tradicionalmente acompaña al reflujo gastroesofágico.
Las lesiones orgánicas de las cuerdas vocales también alteran su vibración normal y producen cambios en la voz. Las más frecuentes son los nódulos, también pólipos, edemas, lesiones congénitas como los quistes y el cáncer de laringe. Cuando una persona sana percibe en un momento determinado que algo falla en su voz, es necesaria la realización de un estudio completo y exhaustivo que va desde el interrogatorio pormenorizado de sus hábitos, trabajo…, hasta la utilización de equipos informáticos, lo que actualmente se llama laboratorio de voz. El diagnóstico precoz para aplicar las medidas adecuadas lo antes posible evita la cronificación de estos trastornos.
Para las laringitis agudas catarrales o por sobrecarga vocal lo mejor es hablar lo menos posible y la hidratación. También se utilizan extractos naturales como propóleos e infusiones de hierbas con propiedades antisépticas y antiinflamatorias como la manzanilla, la agrimonia o el erísimo. Para la ronquera por reflujo gástrico, el omeprazol mejora los síntomas cuando se asocia a cambios en los hábitos dietéticos.
La microcirugía y la rehabilitación logopédica son las dos armas fundamentales a la hora de tratar las patologías más complicadas, por eso es importante la colaboración multidisciplinar entre el otorrinolaringólogo y otros profesionales de la voz (logopedas, foniatras). La cirugía de las cuerdas vocales, denominada fonocirugía, ha experimentado una revolución tecnológica con la aparición de nuevas técnicas que permiten abordar lesiones que antes no tenían solución. Entre las más novedosas, destacan la inyección de grasa abdominal en las cuerdas para fortalecerlas, la colocación de prótesis de silicona para las disfonías por parálisis de cuerdas vocales o la inyección de toxina botulínica para los espasmos de los músculos vocales.
Especialista en Otorrinolaringología de IMQ