La alimentación infantil es de gran importancia. Ya en la etapa de lactante puede tener una gran influencia a través de la programación nutricional temprana que condicionará nuestro metabolismo futuro. Posteriormente la creación de hábitos saludables duraderos facilitará que de una manera natural nuestros hijos desarrollen una querencia por alimentos frescos, frutas, verduras y otros elementos de nuestra variada gastronomía. Por último, y no menos importante, la alimentación más allá de proporcionar nutrientes a nuestro cuerpo, es una forma de socializar, de conocer otras culturas, otras formas de hacer, de acercarnos a los demás.
La introducción del sólido en la alimentación infantil, ya sea mediante purés o “complementaria a demanda”, está siempre sujeta a diferentes puntos de vista. A la hora de valorar el momento de introducirla, la forma de hacerlo, incluso la celeridad de exponer a nuevos alimentos aparecen siempre controversias. Cada bebé y cada familia tienen su propia idiosincrasia. Diferentes culturas enmarcan diferentes paisajes alimentarios… y además tenemos las “modas”. Es en este crisol donde cada padre y madre van a tener que batallar para encontrar la mejor opción para su hija o hijo. Los y las profesionales de pediatría y nutrición ofrecemos, en caso necesario, una guía adaptada y te orientaremos sobre cuándo introducir determinados alimentos.
Como líneas generales podríamos decir que:
Ante cualquier duda en el crecimiento consulta con tu pediatra para despejar dudas y evitar malentendidos.
La introducción de alimentos no es una carrera. El único y gran premio es la aceptación de la mayor variedad de alimentos y el disfrute de, y con, nuestros hijos de la comida.
Los lactantes más pequeños precisan de mayor cuidado para la preparación de su comida. Como medidas higiénicas recordar el simple y utilísimo lavado de manos y la limpieza de los utensilios así como de las superficies de cocinado que vayan a tocar los alimentos.
Campylobacter jejuni, presente algunas veces en la carne de ave cruda, es una bacteria que no provoca mayor repercusión en el adulto y que sin embargo es causa de algunos cuadros de diarrea en el lactante y el niño pequeño. La cocción y la manipulación correctas junto al lavado de manos minimizarán el riesgo.
Cocinaremos a temperaturas apropiadas, evitando el exceso de grasas saturadas y favoreciendo los métodos de preparación más saludables.
Conservaremos correctamente los alimentos una vez cocinados si es que no se van a consumir enseguida. Una vez fríos no dejaremos que pasen más de dos horas fuera de la nevera. Una planificación adecuada evitará riesgos y malgasto de comida.
Los niños imitan lo que ven, no lo que oyen. La comida, la actividad física e intelectual van a venir marcados por el ejemplo que demos los adultos alrededor de ellos. Alimentarse va a tener un componente muy emocional, y así el ambiente que creemos alrededor de la mesa va a fomentar las actitudes que consideramos correctas. Algunos consejos prácticos a tener en cuenta:
Por último se aprecia más aquello en lo cual se participa. Implicar a nuestros hijos en la medida de sus posibilidades en las tareas de preparación de los alimentos ayudará a que los conozcan mejor y se sientan protagonistas. La alimentación de nuestros hijos puede convertirse en una oportunidad de disfrute, cohesión y mejora para toda la familia.
Especialista en Pediatría de IMQ
En IMQ contamos con servicios de atención especializados para la infancia, contacta con nosotros y ponte en manos de los mejores profesionales.