La alimentación infantil es de gran importancia. Ya en la etapa de lactante puede tener una gran influencia a través de la programación nutricional temprana que condicionará nuestro metabolismo futuro. Posteriormente la creación de hábitos saludables duraderos facilitará que de una manera natural nuestros hijos desarrollen una querencia por alimentos frescos, frutas, verduras y otros elementos de nuestra variada gastronomía. Por último, y no menos importante, la alimentación más allá de proporcionar nutrientes a nuestro cuerpo, es una forma de socializar, de conocer otras culturas, otras formas de hacer, de acercarnos a los demás.
En cada etapa de la vida nos encontraremos con necesidades y requerimientos diferentes. Al inicio la leche materna va a ser el gran pilar de la alimentación infantil. No solo está diseñada para corresponder a las necesidades nutricionales del bebé, también aporta defensas, favorece el crecimiento de una microflora saludable y facilita la mejor aceptación de los sabores cuando pasemos a alimentación sólida. Por diversos motivos la lactancia materna puede no ser viable, será la lactancia artificial la otra opción para alimentar al lactante.
Introducción del sólido en la alimentación infantil
La introducción del sólido en la alimentación infantil, ya sea mediante purés o “complementaria a demanda”, está siempre sujeta a diferentes puntos de vista. A la hora de valorar el momento de introducirla, la forma de hacerlo, incluso la celeridad de exponer a nuevos alimentos aparecen siempre controversias. Cada bebé y cada familia tienen su propia idiosincrasia. Diferentes culturas enmarcan diferentes paisajes alimentarios… y además tenemos las “modas”. Es en este crisol donde cada padre y madre van a tener que batallar para encontrar la mejor opción para su hija o hijo. Los y las profesionales de pediatría y nutrición ofrecemos, en caso necesario, una guía adaptada y te orientaremos sobre cuándo introducir determinados alimentos.
Como líneas generales podríamos decir que:
- La barrera intestinal del bebé no es completamente efectiva hasta los 4 meses, por lo tanto mantendremos la leche como único alimento hasta esa edad. Respetando los ritmos de introducción de algunos alimentos evitaremos o retrasaremos la aparición de alergias e intolerancias. Por ejemplo el gluten se considera adecuado introducirlo no antes de los 6 meses pero no más tarde de los 8 meses. No es necesario que esté presente en la alimenatción infantil a diario, con su inclusión cada 2 o 3 días es suficiente.
- Cada niño y niña van a desarrollar su propio ritmo de aceptación de alimentos. Los padres y cuidadores debemos acompañar en ese camino intentando que ni nuestros miedos ni nuestro voluntarismo provoquen rechazo o frustración en nuestros niños.
- Evitaremos agregar sal, azúcar o edulcorantes a la alimentación infantil. En la infancia temprana la hiperestimulación del cerebro con sabores intensos aumentará el umbral de necesidad de aditivos y saborizantes alimentarios en la edad adulta y podría crear preferencia por la comida procesada. Se puede añadir aceites de oliva o de girasol, juntos o por separado. Ambos aportan diferentes ácidos grasos necesarios para el buen desarrollo.
- La hoja verde (espinaca, acelga y lechuga), la carne de cerdo y los frutos rojos es recomendable retrasarlos hasta el año de vida. Lo mismo respecto a la leche de vaca.
- Debemos fomentar el consumo de fruta entera en lugar de zumos, que en cualquier caso deberían ser siempre naturales y tomarse en vaso. Beberlos en biberón favorece la aparición de caries.
- Para muchos niños pequeños comer es aburrido. Algunos precisan mayor número de ingestas al día pero de menor cantidad. No les forzaremos o estimularemos inadecuadamente a comer. Además del posible rechazo, el exceso de aporte calórico y la ganancia de peso subsiguiente pueden acrecentar el riego de obesidad en la edad adulta.
Ante cualquier duda en el crecimiento consulta con tu pediatra para despejar dudas y evitar malentendidos.
La introducción de alimentos no es una carrera. El único y gran premio es la aceptación de la mayor variedad de alimentos y el disfrute de, y con, nuestros hijos de la comida.
Alimentación infantil: la preparación también es importante
Los lactantes más pequeños precisan de mayor cuidado para la preparación de su comida. Como medidas higiénicas recordar el simple y utilísimo lavado de manos y la limpieza de los utensilios así como de las superficies de cocinado que vayan a tocar los alimentos.
Campylobacter jejuni, presente algunas veces en la carne de ave cruda, es una bacteria que no provoca mayor repercusión en el adulto y que sin embargo es causa de algunos cuadros de diarrea en el lactante y el niño pequeño. La cocción y la manipulación correctas junto al lavado de manos minimizarán el riesgo.
Cocinaremos a temperaturas apropiadas, evitando el exceso de grasas saturadas y favoreciendo los métodos de preparación más saludables.
Conservaremos correctamente los alimentos una vez cocinados si es que no se van a consumir enseguida. Una vez fríos no dejaremos que pasen más de dos horas fuera de la nevera. Una planificación adecuada evitará riesgos y malgasto de comida.
Creando hábitos de alimentación saludable
Los niños imitan lo que ven, no lo que oyen. La comida, la actividad física e intelectual van a venir marcados por el ejemplo que demos los adultos alrededor de ellos. Alimentarse va a tener un componente muy emocional, y así el ambiente que creemos alrededor de la mesa va a fomentar las actitudes que consideramos correctas. Algunos consejos prácticos a tener en cuenta:
- El ambiente de la comida debe ser familiar y agradable. Un momento para compartir.
- La comida es lo suficientemente importante como para quedar excluida de las dinámicas de premio o castigo.
- No hay que forzar a comer pero sí que es necesario crear unas reglas y rutinas que han de ser respetadas. En el caso de rechazo al alimento o “mal comedor”, en la medida de lo posible, presentaremos la comida de una forma atractiva. Los alimentos que no gustan los ofreceremos en escasa cantidad (un bocado), cocinados de forma variada, pero con cierta frecuencia hasta crear tolerancia a ese sabor. Algunos hay que ofrecerlos hasta 10 veces para que sea aceptado.
- Muchos niños catalogados como malos comedores mejoran al quedarse a comer en el colegio. Esto no debe orientarse como un castigo/correctivo y cualquier mejora en la actitud debe elogiarse. A veces la conducta durante las comidas en casa refleja dinámicas familiares que deben ser consideradas y modificadas.
Por último se aprecia más aquello en lo cual se participa. Implicar a nuestros hijos en la medida de sus posibilidades en las tareas de preparación de los alimentos ayudará a que los conozcan mejor y se sientan protagonistas. La alimentación de nuestros hijos puede convertirse en una oportunidad de disfrute, cohesión y mejora para toda la familia.
Dr. David Belver
Especialista en Pediatría de IMQ
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