Botellón y menores, una mala combinación

Escrito por Canal Salud IMQ | Oct 20, 2020 9:40:59 AM

El consumo de bebidas alcohólicas en la adolescencia pone en peligro su salud física y mental. Resulta cada vez más habitual que muchos adolescentes, en algunos ca­sos incluso niños, consuman alcohol como forma de diversión o como un ingrediente que les ayuda a ser mejor aceptados por parte del grupo. La ingesta de bebidas alcohólicas a eda­des tempranas resulta, sin embargo, un serio riesgo no solo porque puede desembocar en una intoxicación gra­ve, sino también por las secuelas que puede dejar en el futuro.

Los consumos de tipo intensivo están relacionados en muchas ocasiones con momentos de ocio, en lugares públi­cos, fundamentalmente los fines de semana y sus efectos dependen de la cantidad presente en la sangre (tasa de alcoholemia), que se mide en gra­mos/litro y varía en función de diver­sas variables como la edad, el peso y el sexo.

A los 12 o 13 años, esta tasa es propor­cionalmente más alta que en adultos. Otra variable muy importante es la diferente cantidad de alcohol que con­tienen las distintas bebidas en función de su graduación. Las más fuertes, como el ron, la ginebra o el whisky, in­geridas en poco tiempo y en cantidad, son las más peligrosas, puesto que fácilmente producirán intoxicación y coma etílico.



Complicaciones y secuelas

Las complicaciones más temidas del coma etílico son la aspiración del vómi­to, que puede llevar a la muerte por as­fixia, las crisis convulsivas y la hipoter­mia. Las posibles secuelas, en cambio, son muy diversas, pero fundamental­mente están en relación con daños y al­teraciones del sistema nervioso central, cardiovascular y endocrino, así como afectación hepática y del aparato diges­tivo. Es al mismo tiempo responsable de accidentes y conductas violentas.

La práctica del ‘atracón etílico’ es espe­cialmente dañina y produce alteraciones cognitivas de la memoria y del aprendi­zaje en un cerebro todavía en desarro­llo. El abuso del alcohol a estas edades influye, por otro lado, en el deterioro de las relaciones con la familia, los com­pañeros y los profesores, y de una forma significativa se dan comportamientos violentos y de alto riesgo. Además, está demostrado que estos perfiles tienen una mayor probabilidad de desarrollar alcoholismo y dependencia de otras drogas cuando son adultos.

¿Qué papel pueden jugar los padres a la hora de prevenir este tipo de con­ductas? El mejor consejo es que hablen abiertamente de ello buscando el mo­mento oportuno y, si ha sido un hecho puntual, tratar de averiguar las razo­nes, sin dramatizar. Fomentar aficio­nes en familia, conocer a sus amigos y su entorno y fijar horarios razonables de vuelta a casa pero firmes son otras recomendaciones que ayudarán, sin ol­vidar el modelo de consumo de alcohol de los progenitores.

Fidel Fuentes
Médico de IMQ