¿Qué es el colon irritable? El también conocido como síndrome del intestino irritable (SII), representa el paradigma de los trastornos funcionales digestivos y se caracteriza por la presencia de dolor o molestia abdominal asociado a cambios en la frecuencia y/o consistencia de las deposiciones.
La incidencia de este trastorno gastrointestinal se estima entre el 10 al 15% de la población, siendo más prevalente en mujeres. Aun así, es una patología infradiagnosticada.
Esta patología es más común entre personas menores de 45 años, empezando a padecerla entre los 25 y los 30 años. Las personas que sufran este cuadro pueden padecer otros trastornos como la depresión o la ansiedad, pero no se trata de una patología psicosomática sino una consecuencia de la mala calidad de vida que puede estar asociada a padecer este síndrome.
Su causa es desconocida, pero se postulan diversas explicaciones:
La clínica es la de un dolor abdominal recurrente con alteración del ritmo de deposiciones, alternando periodos de diarrea con estreñimiento, hinchazón y distensión abdominal, presencia de gases o flatulencias.
A estos síntomas se pueden asociar otros tanto a nivel digestivo, como la sensación de ardor, náuseas o vómitos, así como síntomas extradigestivos tales como mareo, dolor de cabeza, palpitaciones, cansancio y malestar general. Los síntomas pueden agravarse con la ingesta de ciertos alimentos o con temporadas de estrés elevado.
No hay una patología orgánica que justifique el cuadro, además presenta pruebas de laboratorio, imagen y colonoscopia normales. Clásicamente, su diagnóstico ha sido de exclusión, descartándose otras patologías que podrían cursar con síntomas parecidos.
No obstante, en la actualidad se tiende a realizar un diagnóstico positivo basado en criterios clínicos, para lo cual se utilizan los criterios de Roma. Estos criterios conocidos desde la década de los 90, han sido recientemente actualizados por cuarta vez en los denominados criterios de Roma IV.
Éstos deben existir desde menos 6 meses antes del diagnóstico y estar presentes de forma recurrente durante los últimos tres meses.
Presencia de dolor abdominal recurrente al menos un día a la semana y asociado a dos o más de las siguientes características:
En cambio, hay una serie de signos y síntomas que nos hacen pensar en un diagnóstico distinto al de colon irritable:
El tratamiento del SII es complejo, ya que se trata de una enfermedad crónica que no tiene cura y por lo tanto ha de individualizarse lo máximo posible para paliar los síntomas.
Desde luego, todo comienza con una buena relación médico-paciente para evitar las consultas excesivas y asegurar que el diagnóstico sea lo más certero posible.
Los tratamientos farmacológicos son una herramienta útil en el manejo del paciente con SII, si bien hay que tener en cuenta que estos no funcionan por igual con todos los pacientes. Los medicamentos deben ser prescritos por especialistas, pues su consumo puede ser contraproducente y dañino si no están controlados.
En resumen, estamos ante una enfermedad que, si bien no comporta per se un riesgo para la vida del paciente, sí que puede impactar negativamente en la calidad de la misma, siendo por tanto necesario acudir al facultativo para su diagnóstico y tratamiento.
La alimentación es un aspecto fundamental que deberá adecuarse al ritmo intestinal en cada momento. Si el síntoma predominante es el estreñimiento, se aconseja una dieta rica en fibra y líquidos. En cambio, si hay hinchazón y diarrea, buscaremos reducir la fibra no digerible de la dieta y el consumo de alimentos astringentes.
Es importante no empezar a excluir alimentos (como la lactosa o el gluten) sin el consejo del facultativo, puesto que cada paciente puede responder de manera distinta a alimentos distintos (no existe una dieta única para el colon irritable). En general sí que se recomienda evitar los alimentos ricos cafeína, grasas o picantes (por considerarse que son alimentos que pueden irritar el colon).
Además, respetar los horarios de las comidas y tratar de alimentarse cinco veces al día puede ayudar a mejorar los síntomas. Las comidas además deberán realizarse con calma y tomándose un cierto tiempo para ingerirlas.
También se han de tener en cuenta las capacidades de algunos alimentos funcionales como los probióticos o prebióticos, dada su capacidad de influir en las funciones fisiológicas, mejorándolas en el caso de enfermos de síndrome del intestino irritable, enfermedad inflamatoria intestinal o cáncer de colon.
Los probióticos restauran nuestra flora intestinal, y los prebióticos estimulan la acción de las bacterias que trabajan en nuestros intestinos. Se pueden incorporar a la dieta a través de estos alimentos:
En cualquier caso, se valorará su utilización por parte del facultativo, no solo por su idoneidad sino también en qué dosis y durante cuánto tiempo.
El estilo de vida también influye y es importante mantenerse hidratado, evitar el alcohol y el tabaco puede mejorar la salud de los afectados por el síndrome del colon irritable, así como realizar ejercicio físico adaptado a su condición con regularidad (puesto que puede mejorar la motilidad del aparato digestivo). También hay que procurar evitar o minimizar el impacto de situaciones estresantes.
Especialista en Aparato Digestivo de IMQ