[entradilla]Cuando vamos al gimnasio o llega el momento de practicar un deporte parece que la pereza se apodera de nuestro cuerpo y nos cuesta… mucho. ¿Por qué nos ocurre esto? A continuación te contamos cuáles son las diferentes teorías sobre por qué nos cuesta tanto hacer deporte y qué hay de verdad en ello.[/entradilla]
Aunque asistimos a una época en la que se han puesto en marcha iniciativas contra la obesidad, en la que el culto al cuerpo está de moda y la importancia de la imagen o el estado físico es un estandarte que muchos llevan por bandera, la realidad es que sigue costándonos hacer deporte. Cada vez se habla más de la importancia de llevar una alimentación equilibrada y un estilo de vida saludable, entonces, ¿por qué nos cuesta tanto hacer deporte?
Numerosos estudios han intentado arrojar luz al respecto. A continuación desarrollaremos dos de las teorías más aceptadas al respecto y otras razones o cuestiones que debes combatir si quieres hacerle un hueco en tu vida al ejercicio físico y practicar los deportes más beneficiosos para la salud.
Entre quienes intentan dar respuesta a esta pregunta hay quienes lo hacen desde el punto de vista evolutivo, todo se reduce a nuestra biología.
Digamos que algunos estudios concluyen que nuestros ancestros (el ser humano primitivo) eran propensos a ahorrar energía y descansar para poder luego afrontar duras jornadas de caza o largos viajes a pie, entre otros. En este sentido, habríamos heredado estos instintos que nos empujan al reposo y el descanso.
Esto se contrapone con nuestro nivel de vida y comodidades, obviamente distan bastante de las situaciones extremas a las que se veían sometidos nuestros ancestros.
Otros estudios lo achacan a razones psicológicas, sencillamente porque genera situaciones que no entran dentro de nuestra zona de confort.
O dicho de otra manera, ciertas sensaciones que relacionamos con hacer ejercicio físico o deporte, nos producen un rechazo psicológico que aumenta las probabilidades de que nos cueste ponernos a ello. Nos referimos a sensaciones como agujetas, sudoración, sensación de fatiga, cansancio, dolores musculares, lesiones, etc.
Además de estas dos teorías existen otra serie de factores determinantes, como los siguientes:
En definitiva, déjate de excusas y cambia de actitud, esas son las mejores maneras de combatir la pereza. Existen hasta deportes que puedes practicar si estás embarazada y, como se suele decir, “querer es poder”. Combate a tu peor enemigo: tú mismo. ¡Ánimo!