El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a 1 de cada 10 personas mayores de 65 años. El deterioro cognitivo que lleva a una pérdida progresiva de la memoria y de la autonomía o los trastornos en la conducta, son algunos de los síntomas del alzhéimer, cuya evolución es progresiva e irreversible.
Los olvidos y fallos leves de memoria son parte del proceso normal de envejecimiento, cualquier persona experimenta alguna dificultad ocasional para recordar una palabra, un nombre…Pero cuando estos despistes y problemas de memoria se hacen más graves y frecuentes, y se acompañan de una interferencia en la capacidad para la vida diaria (dificultad para el desarrollo de una actividad laboral, labores del hogar, pérdida de relaciones sociales…) debemos valorar que podemos estar antes los síntomas de la enfermedad de alzhéimer. Te contamos más.
Algunos de los primeros signos y síntomas del Alzheimer son:
Para definir en qué estado se encuentra un paciente dentro del desarrollo habitual de la condición médica, se han establecido tres fases. La utilidad de estas fases está relacionada con la toma de decisiones por parte del facultativo: qué medicamentos prescribir, cómo evaluar la pérdida de autonomía (a la hora, por ejemplo, de solicitar una ayuda a la dependencia). Para establecerlas se tiene en cuenta el avance o gravedad de los síntomas.
Actualmente no existe un tratamiento curativo para esta enfermedad, aunque sí se dispone de tratamientos farmacológicos que permiten ralentizar su progresión y mejorar algunos de los síntomas del alzhéimer, tales como la depresión, y algunos trastornos de conducta como la agitación o alucinaciones.
Asimismo, las terapias ocupacionales ofrecen ejercicios de habilidad manual y cognitiva que contribuyen a enlentecer la progresión del deterioro cognitivo característico de esta dolencia.
Por supuesto, la investigación en este campo es crucial para lograr mejorar la calidad de vida de los pacientes y frenar al máximo la aparición de los síntomas.
En este sentido, son muchos los estudios clínicos que persiguen disminuir la progresión de la enfermedad. Como el estudio Ambar en el que, basándose en la acumulación de proteínas anómalas en el cerebro de estos enfermos, intenta disminuir el avance del alzhéimer mediante un recambio plasmático utilizando diferentes volúmenes y concentraciones de albúmina.
Los factores de riesgo más influyentes en el riesgo de desarrollar alzhéimer son la edad y los antecedentes familiares.
Una persona de edad avanzada con historia familiar de alzhéimer desarrollará la enfermedad con más probabilidad que alguien sin antecedentes y más joven, salvo contadas excepciones en las que hablaríamos de un alzhéimer precoz (normalmente ligado a la presencia de unos genes infrecuentes).
Está demostrado que actuar sobre los factores de riesgo vascular como la hipertensión arterial, la diabetes, o el colesterol contribuye a retrasar la aparición de la enfermedad. Algunos factores que tienen relación con el estilo de vida:
Antes que nada, se debe evaluar la fase en la que se encuentra la enfermedad y, en algunos casos, será el propio enfermo el que pueda expresar por sí mismo su voluntad de acudir o no a las residencias y centros de día para recibir cuidados especializados.
Aun así, un 90% de las personas con alzhéimer reciben cuidados en casa, aunque en estadios más avanzados de la enfermedad por limitación de la capacidad de autocuidado o aparición de síndromes geriátricos (caídas, trastornos de conducta, desnutrición, úlceras por presión…) puede ser preciso el ingreso en una residencia o centro de día para garantizar la prestación de cuidados especializados adaptados a la situación de cada enfermo, por parte de un equipo multidisciplinar cualificado, lo que redunda en el bienestar de los mayores. La toma de esta decisión no es fácil, suponiendo en muchas ocasiones la aparición de sentimiento de culpa en el cuidador, motivado por un estigma social, claramente erróneo, que relaciona el ingreso en un centro sociosanitario como un abandono de los cuidados por parte del familiar o allegado.
Las residencias y centros de día contribuyen al bienestar de las personas con alzhéimer, pero también al de la familia, ya que el alzhéimer es una enfermedad muy exigente también para los cuidadores.
El conjunto de las actividades y los programas de atención especializada al alzhéimer en las residencias y centros de día están destinados a retrasar el deterioro cognitivo de la persona con alzhéimer y mantener su calidad de vida:
Las residencias y centros de día están preparados para dar esta atención especializada, la diferencia a la hora de decantarnos por uno u otro tipo de centro está en el tiempo que estará diariamente. Mientras que en residencia, esta se convierte en su hogar habitual, en los centros de día el tiempo de estancia es parcial y la persona mayor acude en un horario flexible pactado con su cuidador, y adaptado a sus necesidades, pernoctando en su domicilio.
En ambos casos, el apoyo familiar es indispensable para la persona que padece la enfermedad de alzhéimer. Las visitas, la participación en los cuidados (deambulación, actividades de estimulación cognitiva, ocio y animación…) y el soporte emocional prestado por los familiares y allegados de la persona con enfermedad de Alzheimer son pilares para su calidad de vida percibida.
En IMQ disponemos de una Consulta de Geriatría en Las Arenas (Getxo), dos unidades de Valoración Geriátrica Integral y Recuperación Funcional, y de residencias y centros de día tutelados por los mejores profesionales. Contacta con nosotros y te informaremos sobre nuestros servicios especializados para mayores.