Especialista en Geriatría y directora asistencial de IMQ Igurco
El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a 1 de cada 10 personas mayores de 65 años. El deterioro cognitivo que lleva a una pérdida progresiva de la memoria y de la autonomía o los trastornos en la conducta, son algunos de los síntomas del alzhéimer, cuya evolución es progresiva e irreversible.
Los olvidos y fallos leves de memoria son parte del proceso normal de envejecimiento, cualquier persona experimenta alguna dificultad ocasional para recordar una palabra, un nombre…Pero cuando estos despistes y problemas de memoria se hacen más graves y frecuentes, y se acompañan de una interferencia en la capacidad para la vida diaria (dificultad para el desarrollo de una actividad laboral, labores del hogar, pérdida de relaciones sociales…) debemos valorar que podemos estar antes los síntomas de la enfermedad de alzhéimer. Te contamos más.
Principales síntomas del Alzhéimer
Algunos de los primeros signos y síntomas del Alzheimer son:
- Cambios en la personalidad
- Disminución de la capacidad de movimiento
- Dificultades de comunicación
- Bajo nivel de energía
- Pérdida de memoria
- Cambios en el estado de ánimo
- Problemas de atención y orientación
- Incapacidad de resolver operaciones aritméticas sencillas
- Dificultad para tomar decisiones
Fases del Alzheimer: evolución de la enfermedad
Para definir en qué estado se encuentra un paciente dentro del desarrollo habitual de la condición médica, se han establecido tres fases. La utilidad de estas fases está relacionada con la toma de decisiones por parte del facultativo: qué medicamentos prescribir, cómo evaluar la pérdida de autonomía (a la hora, por ejemplo, de solicitar una ayuda a la dependencia). Para establecerlas se tiene en cuenta el avance o gravedad de los síntomas.
- Ligera: en esta fase el paciente aún puede desenvolverse con normalidad en las actividades de la vida diaria, aunque olvide citas, tenga cambios bruscos de temperamento, le cueste encontrar las palabras, etc. En esta fase, todavía estaríamos ante un deterioro cognitivo leve
- Moderada: en esta fase, la persona con la enfermedad ya necesitará ayuda continuada, debido a la pérdida de autonomía.
- Severa: esta etapa de la enfermedad requiere un cuidado físico completo.
Tratamiento de la enfermedad de Alzheimer
Actualmente no existe un tratamiento curativo para esta enfermedad, aunque sí se dispone de tratamientos farmacológicos que permiten ralentizar su progresión y mejorar algunos de los síntomas del alzhéimer, tales como la depresión, y algunos trastornos de conducta como la agitación o alucinaciones.
Asimismo, las terapias ocupacionales ofrecen ejercicios de habilidad manual y cognitiva que contribuyen a enlentecer la progresión del deterioro cognitivo característico de esta dolencia.
Por supuesto, la investigación en este campo es crucial para lograr mejorar la calidad de vida de los pacientes y frenar al máximo la aparición de los síntomas.
En este sentido, son muchos los estudios clínicos que persiguen disminuir la progresión de la enfermedad. Como el estudio Ambar en el que, basándose en la acumulación de proteínas anómalas en el cerebro de estos enfermos, intenta disminuir el avance del alzhéimer mediante un recambio plasmático utilizando diferentes volúmenes y concentraciones de albúmina.
¿Se puede prevenir el alzhéimer?
Los factores de riesgo más influyentes en el riesgo de desarrollar alzhéimer son la edad y los antecedentes familiares.
Una persona de edad avanzada con historia familiar de alzhéimer desarrollará la enfermedad con más probabilidad que alguien sin antecedentes y más joven, salvo contadas excepciones en las que hablaríamos de un alzhéimer precoz (normalmente ligado a la presencia de unos genes infrecuentes).
Factores que contribuyen a prevenir el alzhéimer
Está demostrado que actuar sobre los factores de riesgo vascular como la hipertensión arterial, la diabetes, o el colesterol contribuye a retrasar la aparición de la enfermedad. Algunos factores que tienen relación con el estilo de vida:
- Relación entre alimentación y alzhéimer: es importante llevar una alimentación saludable, incrementando el consumo de alimentos que contengan ácidos grasos monoinsaturados, “buenos” (nueces, cacahuetes, almendras, pistachos, aguacates, canela, o aceitunas), poliinsaturados (omega 3 y alimentos de hojas verdes) y otros nutrientes como la vitamina E o vitamina B9. Al mismo tiempo debe reducirse el consumo de carnes rojas, alimentos refinados, mantequillas y grasas derivadas de lácteos.
- Práctica de ejercicio físico: el ejercicio físico es fundamental. Entrenar la movilidad evita un gran porcentaje de las caídas y aumenta la agilidad, evitando que se atrofien los músculos y las articulaciones. Hay estudios que demuestran una relación directa entre el ejercicio físico y la mejora del rendimiento cognitivo.
- No fumar: el tabaco es uno de los factores de riesgo del alzhéimer. Las personas adictas al cigarrillo tienden más a sufrir esta enfermedad que aquellas que mantienen el tabaco alejado.
- Incremento de la actividad cognitiva: aprender idiomas, leer con frecuencia, una vida social activa, juegos intelectuales como el ajedrez o los crucigramas ayudan a mantener la salud de las funciones cerebrales y la memoria, por lo que podrían ser claves en la prevención del alzhéimer.
¿Cuándo recurrir a la atención especializada de centros de día y residencias?
Antes que nada, se debe evaluar la fase en la que se encuentra la enfermedad y, en algunos casos, será el propio enfermo el que pueda expresar por sí mismo su voluntad de acudir o no a las residencias y centros de día para recibir cuidados especializados.
Aun así, un 90% de las personas con alzhéimer reciben cuidados en casa, aunque en estadios más avanzados de la enfermedad por limitación de la capacidad de autocuidado o aparición de síndromes geriátricos (caídas, trastornos de conducta, desnutrición, úlceras por presión…) puede ser preciso el ingreso en una residencia o centro de día para garantizar la prestación de cuidados especializados adaptados a la situación de cada enfermo, por parte de un equipo multidisciplinar cualificado, lo que redunda en el bienestar de los mayores. La toma de esta decisión no es fácil, suponiendo en muchas ocasiones la aparición de sentimiento de culpa en el cuidador, motivado por un estigma social, claramente erróneo, que relaciona el ingreso en un centro sociosanitario como un abandono de los cuidados por parte del familiar o allegado.
Beneficios de las residencias y centros de día para los pacientes con Alzhéimer y familares
Las residencias y centros de día contribuyen al bienestar de las personas con alzhéimer, pero también al de la familia, ya que el alzhéimer es una enfermedad muy exigente también para los cuidadores.
El conjunto de las actividades y los programas de atención especializada al alzhéimer en las residencias y centros de día están destinados a retrasar el deterioro cognitivo de la persona con alzhéimer y mantener su calidad de vida:
- Mantener, en la medida de lo posible, actividades diarias como el ejercicio físico y el entrenamiento mental, o la estimulación sensorial, al mismo tiempo que se cuida de la salud. Estas actividades les permiten mantener durante más tiempo la autonomía y la independencia, además de retrasar el avance de la enfermedad.
- Llevar a cabo actividades en grupo y mantener la sociabilidad.
- Realizar un seguimiento médico para tratar síntomas asociados al alzhéimer como la depresión, alucinaciones o trastornos de la personalidad.
Las residencias y centros de día están preparados para dar esta atención especializada, la diferencia a la hora de decantarnos por uno u otro tipo de centro está en el tiempo que estará diariamente. Mientras que en residencia, esta se convierte en su hogar habitual, en los centros de día el tiempo de estancia es parcial y la persona mayor acude en un horario flexible pactado con su cuidador, y adaptado a sus necesidades, pernoctando en su domicilio.
En ambos casos, el apoyo familiar es indispensable para la persona que padece la enfermedad de alzhéimer. Las visitas, la participación en los cuidados (deambulación, actividades de estimulación cognitiva, ocio y animación…) y el soporte emocional prestado por los familiares y allegados de la persona con enfermedad de Alzheimer son pilares para su calidad de vida percibida.
En IMQ disponemos de una Consulta de Geriatría en Las Arenas (Getxo), dos unidades de Valoración Geriátrica Integral y Recuperación Funcional, y de residencias y centros de día tutelados por los mejores profesionales. Contacta con nosotros y te informaremos sobre nuestros servicios especializados para mayores.