El bruxismo es una patología muy extendida que tiene su origen en una alteración de la articulación temporomandibular compuesta por la mandíbula y el cráneo. Cuando se abre la boca, el disco articular se desplaza permitiendo el movimiento del cóndilo (hueso de la mandíbula) y cuando se cierra, éste vuelve a la posición inicial. La oclusión total de los dientes genera una cierta compresión del disco que, si se produce en exceso, puede derivar en una inflamación que genere múltiples dolencias en la zona. La cronificación de estos síntomas originaría lo que se conoce como bruxismo.
Esta patología parafuncional oral tiene lugar cuando la persona está dormida o despierta. En la gran mayoría de los casos aparece de noche, cuando se producen movimientos mandibulares y rechinamiento de dientes a través de ritmos involuntarios.
Bruxismo y estrés
Después del confinamiento, los especialistas han observado un incremento de pacientes con bruxismo, fracturas dentales, desgastes y otras afecciones secundarias. La incertidumbre laboral, el teletrabajo, la preocupación por la salud y la ansiedad derivada de estos cambios repentinos han conducido a que el nivel de estrés, que muchas veces ya era elevado, haya aumentado de forma considerable.
Esta inquietud prolongada en el tiempo ha pasado factura al sueño, que ahora es más corto y de peor calidad, lo que se manifiesta también con el apretamiento de los dientes . En definitiva, la situación (por la vinculación entre bruxismo y estrés) ha empeorado en muchas de aquellas personas en las que el bruxismo estaba presente, y ha empezado a afectar a otras que aún no lo sufrían acompañado de dolores de cabeza, cuello y musculatura facial.
Alivio y prevención
El tratamiento de esta disfunción de la articulación temporomandibular se centra en reducir sus síntomas y efectos secundarios. El uso de una férula de descarga durante la noche debe extenderse, en ocasiones, al máximo de horas posible. También resultan eficaces los masajes sobre la musculatura facial y cervical para relajarla y que se regeneren los tejidos. En caso de dolor agudo, habrá que seguir una dieta blanda durante dos semanas.
Por otro lado, junto a una buena higiene postural, conviene tener presente el daño que ocasionan hábitos como masticar chicle y comer frutos secos o turrón duro. Tampoco se debe olvidar que cerrar la mandíbula con fuerza apretando los maxilares desgasta las piezas dentales y comprime la articulación, al igual que sucede si no se relaja la boca y la cara, procurando no contraer permanentemente los labios, el mentón o las mejillas. Controlar los bostezos y evitar las aperturas bucales forzadas al máximo, como cuando se comen manzanas, melocotones o bocadillos gruesos a bocados, protegen los ligamentos articulares y se evita un posible bloqueo de la boca.
Nerea Fika
Especialista en Odontología de la Clínica Dental IMQ Areeta