La obesidad es una de las grandes enfermedades del siglo XXI. Los datos relativos a la obesidad en Euskadi confirman que en nuestro entorno también hay que luchar contra este trastorno para la salud. Así, las estadísticas indican que en una década su incidencia ha aumentado un 25% entre los mayores de 16 años, por lo que se calcula que la suma de población con sobrepeso y aquella que presenta obesidad supone un 50,1% del total. Tan importante como la dieta es hacer deporte contra la obesidad de manera regular y a intensidad moderada.
En este sentido, cabe señalar que la obesidad no sólo debe preocupar por tratarse de un problema estético sino que implica un importante aumento del riesgo de sufrir otras enfermedades que pueden limitar el normal desarrollo de la vida, e incluso llevar a la muerte. Las más frecuentes son patologías relacionadas con la presión arterial, cáncer, trastornos del sueño o diabetes, entre otras.
Una vez conocidos los riesgos que entraña el sobrepeso, es importante poner remedios para frenar su expansión. El tratamiento de la obesidad se debe basar en dos factores que se complementan y que además hacen que sea mucho más efectivo: el control de la dieta y la realización de ejercicio físico regular.
Respecto al deporte, conviene subrayar que es la manera más rápida y efectiva de bajar peso. Se debe realizar de forma regular, tanto para quitar esos kilos que sobran como para mejorar el estado de salud general. Antes de ponerse el pantalón corto o el chándal es conveniente hacerse una prueba de esfuerzo, preferiblemente en un servicio de medicina deportiva, donde un especialista además de comprobar el estado de salud cardiovascular puede indicar qué tipo de ejercicio es el más adecuado, cuántas veces por semana, su duración e intensidad.
Incorpora el deporte tres días a la semana
En principio, cualquier actividad efectuada bajo control médico deportivo es muy beneficiosa para la salud. Pero cuando se trata de deporte contra la obesidad, el ejercicio físico de impacto, como correr, suele ser complicado por falta de adecuación y preparación muscular, aparte del daño que se produce en las articulaciones por culpa del sobrepeso.
A la hora de plantar cara a la obesidad son más aconsejables la natación, caminar o la bicicleta que, realizados a la intensidad recomendada por el especialista, son muy efectivos para el control del peso y adelgazamiento, la disminución de la tensión arterial, del colesterol y la mejora de la forma física y la salud en general.
Inicialmente, acudir a un gimnasio suele ayudar si no estamos acostumbrados a hacer deporte para habituarnos a la rutina deportiva. El compromiso adquirido y la empatía con los que nos rodean ayudan a no tirar la toalla. Más adelante, convertido ya el deporte en un hábito, podemos hacerlo al aire libre. Para comenzar, suele ser suficiente dedicar tres días por semana con una hora de duración para que sea efectivo el deporte contra la obesidad.
Además, desde el punto de vista metabólico es más interesante una intensidad moderada porque redunda en una mayor pérdida de peso.
La prueba de esfuerzo es clave
La prueba de esfuerzo –denominada también ergometría– permite evaluar la condición física antes de empezar a realizar cualquier actividad deportiva. En concreto, proporciona información fiable de la situación en la que se encuentra el sistema cardiovascular, por lo que puede detectar problemas coronarios.
¿En qué consiste una prueba de esfuerzo?
Se hace un estudio en reposo en el que se efectúa una auscultación cardiopulmonar y se toman datos del peso, altura, grasa, tensión arterial, etc. Después, se lleva a cabo una prueba de esfuerzo que consiste en pedalear en la bici estática o correr en la cinta con un protocolo incremental, es decir, aumentando la velocidad o dureza para ver el comportamiento cardiovascular y músculo esquelético del sujeto durante la práctica deportiva. Tras analizar todos los resultados, el médico hará las indicaciones pertinentes en cada caso.
Pablo Aranda
Responsable de la Unidad de Medicina Deportiva de IMQ Zorrotzaurre