¿Sabes que existen trastornos relacionados con traumas y niveles elevados de estrés? Se trata de una categoría hasta hace poco integrada dentro de los trastornos de ansiedad. Sin embargo, su repercusión los ha convertido en una categoría propia. Este cambio es reflejo de los datos empíricos obtenidos en las última década, que muestran la variabilidad de las respuestas a los sucesos traumáticos o estresantes.
En este artículo vamos a ver qué es lo que define los trastornos relacionados con los traumas y el estrés, los principales tipos que existen y algunas recomendaciones de nuestros expertos sobre cómo proceder en caso de sospecha.
Cuando hablamos de los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés, lo hacemos para referirnos a un conjunto de alteraciones de tipo mental (ansiedad, anhedonia, disforia, sintomas disociativos). Estas alteraciones se asocian con alguna experiencia traumática o altos picos de estrés.
Pero ¿qué se considera un factor traumático o un factor de estrés?
Se trata de trastornos que llegan a afectar de manera muy seria y cuyas secuelas pueden marcar de por vida a las personas. A nivel económico también afectan seriamente a la sociedad, puesto que los tratamientos pasan por largas bajas laborales y, en los casos más graves, pensiones de discapacidad.
En los países desarrollados, cada vez es más frecuente que se elaboren programas alternativos con el fin de reducir la incidencia de estos casos.
Ahora bien, ¿cuáles son los principales tipos de trastornos relacionados con traumas y factores de estrés? Sin duda, los siguientes:
Los trastornos de estrés postraumático son el conjunto de síntomas que aparecen tras vernos expuestos a ciertas situaciones como:
La exposición a estas amenazas puede ser muy diversa. Podemos haber visto cómo lo sufre un tercero (un suicidio), alguien muy próximo (violencia de género en familias) o nosotros mismos.
Los expertos lo consideran un trastorno cuando los siguientes síntomas permanecen durante más de un mes desde que se dio el detonante:
El trastorno de estrés agudo es muy parecido al de estrés postraumático. Los síntomas son los mismos, pero se diferencian entre sí por un criterio temporal. Si los síntomas persisten más de 3 días desde el evento traumático pero menos de un mes, se realiza el diagnóstico de TEA. Si los síntomas se prolongan durante más de 4 semanas, el diagnóstico del TEPT.
Según el DSM-5 los trastornos de adaptación son síndromes heterogéneos de respuesta al estrés que surgen tras la exposición a un suceso angustioso (traumático o no). En los trastornos de adaptación, el tipo de factor estresante podría no considerarse traumático e, incluso así, el malestar sobrepasaría lo contextual y culturalmente apropiado para el tipo de factor estresante en cuestión. Los factores de estrés pueden ser sucesos aislados (por ejemplo, la pérdida de empleo) o múltiples (como los problemas maritales, la muerte de un familiar, etc.).
En un trastorno de adaptación los síntomas se inician en los tres meses posteriores a la aparición del factor estresante y no duran más de 6 meses tras la finalización de dicho factor o sus consecuencias. Si el factor estresante o sus consecuencias persisten el trastorno de adaptación puede convertirse en crónico.
Se considera que una persona lo padece cuando su malestar es desproporcionado en relación al acontecimiento sufrido. Esto provoca un deterioro en el área laboral y la personal. Entre los síntomas, se encuentran:
Además, tanto los Trastornos de estrés agudo como el Trastorno de estrés postraumático y los Trastornos de adaptación se asocian con un mayor riesgo de intentos de suicidio y de suicidio consumado.
El trastorno de apego reactivo es uno de los trastornos relacionados con traumas y factores de estrés. Se caracteriza por la presencia en niños de más de nueve meses de edad con un patrón de comportamiento en el que se manifiesta una elevada inhibición emocional y afectiva hacia sus cuidadores. Este patrón de inhibición se mantiene no solo con sus cuidadores sino también a nivel social, expresando dificultades para reaccionar emocionalmente al entorno social y manifestando con cierta frecuencia irritabilidad, tristeza o miedo de los cuidadores aún en situaciones que no les supongan una amenaza. Es frecuente que expresen pocos sentimientos o emociones positivas en la interacción social.
Los síntomas del trastorno de apego reactivo son:
Este tipo de trastorno también se da exclusivamente en la infancia. En este caso, los pequeños tienen un comportamiento social extremadamente desinhibido y muestran mucha confianza hacia personas que apenas conocen, sin ningún tipo de temor o discreción de relacionarse con ellos.
Igual que en el caso anterior, estos niños y niñas no han desarrollado un apego seguro durante su crianza. Su forma de afrontar las carencias que tienen y las situaciones de la vida, es la desinhibición. Los síntomas que nos advierten del trastorno de relación social desinhibida son:
Si sospechamos que nosotros o alguien cercano está sufriendo pasando por alguno de estos trastornos relacionados con el estrés o algún posible trauma, lo mejor es solicitar ayuda médica, un profesional de salud mental. Entre los tratamientos principales se encuentran la psicoterapia, la farmacología o ambos. Un profesional de salud mental puede ayudar a las personas a encontrar el plan de tratamiento que aborde sus síntomas y posibles enfermedades añadidas ; evitando la cronificación o intentos de suicidio.
Un buen tratamiento terapéutico, puede ser la solución para superar volver a encauzar nuestras vidas. Por medio de estos tratamientos se ayuda al paciente a resolver las experiencias traumáticas de manera adaptativa.
La forma de conseguirlo es cambiar la perspectiva y buscar soluciones para convivir con lo acontecido sin que nos haga sufrir. No vamos a olvidar esos recuerdos, pero sí vamos a conseguir que no sean el detonante de emociones que nos dañan.
Si quieres saber más sobre salud emocional, consulta nuestra guía para conocer qué es el bienestar emocional y cómo conseguirlo.