¿Qué se debe comer en los meses más calurosos del año? Para dar una serie de pautas sobre la alimentación en verano, hay que comenzar por señalar que el ser humano es homeotermo. Es decir, es capaz de mantener la temperatura corporal dentro de unos límites con independencia de la temperatura del entorno. En ambientes fríos aumenta la producción de calor mediante el consumo de energía proveniente de determinados alimentos (de ahí que en invierno se aconseje comida más energética).
En verano ocurre lo contrario, el cuerpo cede calor, así que la dieta tiene que ser poco calórica. Esto es, los alimentos ideales para esta época deben ser ligeros, con pocas calorías y mucha agua, porque el principal peligro que acecha es la deshidratación. Por lo tanto, las dos características principales a la hora de plantear nuestra alimentación en verano serán ingerir las calorías justas y beber más agua de lo habitual.
Una vez desgranadas estas recomendaciones generales, respecto a la alimentación conviene incluir básicamente productos de temporada. La naturaleza es muy sabia y produce gran cantidad de frutas y verduras ricas en carotenos. Estos componentes activan la producción de melanina y además son antioxidantes. Sin olvidar que combaten los radicales libres, que son unos de los principales responsables de las enfermedades y del envejecimiento. Los carotenos más importantes son los betacarotenos, que se pueden encontrar en las espinacas, calabazas, papayas, aguacates, zanahorias, granadas, espárragos y berros.
Por su parte, el licopeno, presente sobre todo en el tomate, es el antioxidante más eficaz frente al oxígeno singlete, generador de radicales libres, que aumenta en presencia de radiaciones solares.
Otro alimento siempre interesante, pero aún más durante el estío, es el huevo, concretamente su yema, al ser una de las mejores fuentes de luteína y zeaxantina. Estas sustancias llevan a cabo una función protectora de enfermedades oculares debido a la capacidad que poseen para absorber los espectros de luz dañinos para el ojo. Dado que en verano la luz solar hace que este espectro sea más peligroso, su consumo es especialmente aconsejable.
Formas de cocinar en verano
Al organizar la alimentación en verano hay que prestar también atención a la forma de preparar y cocinar los alimentos, ya que el calor favorece la formación de bacterias. Para evitar esto, debe lavarse muy bien las frutas y hortalizas que van a consumirse crudas. Asimismo, es conveniente cocinar a un mínimo de 65 grados.
A la hora de descongelar, se recomienda hacerlo en el frigorífico, no a temperatura ambiente. Por último, se deben limpiar cuidadosamente los utensilios, consumir las salsas recién hechas y procurar no almacenarlas.
Alimentación en verano de niños y ancianos
La hidratación en verano es fundamental, sobre todo en el caso de los más pequeños y de los mayores, que tienen que beber agua aunque no tengan sed. Las personas responsables de su cuidado deben ofrecerles líquidos para evitar tanto las deshidrataciones como los golpes de calor, a los que son especialmente propensos. Lo mismo ocurre con los enfermos crónicos.
Para la población en general, recordar que el alcohol aumenta el riesgo de deshidratarse al incrementar la diuresis o producción de orina. Respecto a los suplementos nutricionales, si se es capaz de seguir unas buenas normas alimentarias como las expuestas, no son necesarios. En caso de no ser así, existen en el mercado algunos preparados a base de carotenos, vitaminas, antioxidantes y regeneradores.
Dra. Ángela Grande Marlasca
Especialista en Medicina General de IMQ
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