Odontóloga de la Clínica Dental IMQ Doña Casilda
El bruxismo se define como el hábito de apretar los dientes de manera involuntaria, lo que produce un aumento en la tensión de los músculos que rodean la mandíbula.
Puede darse en cualquier momento del día, incluso durante el sueño, siendo uno de los problemas más frecuentes que comprometen el cierre de la boca. En cifras, afecta hasta a un 70% de la población de cualquier edad, sexo y ocupación, lo que hace que cada vez sean más los pacientes que acuden a la consulta buscando una solución. Sin embargo, el pico de mayor incidencia se sitúa entre los 17 y 20 años. Cuando este trastorno se perpetúa en el tiempo suele ceder de manera espontánea después de los 40 años.
Tipos de bruxismo
Existen dos tipos de bruxismo: el denominado bruxismo céntrico (conocido como apretamiento) y el bruxismo excéntrico (también llamado rechinamiento). Ambos pueden ser nocturnos y diurnos. Cuando se produce por la noche, la persona que lo sufre no es consciente del problema; muchas veces son los allegados con los que convive los que alertan de esta cuestión. En otras ocasiones, también los dentistas detectan signos indirectos del mismo como la destrucción del esmalte y la dentina.
Síntomas y causas del bruxismo
Respecto a los síntomas que caracterizan este cuadro suelen ser dolor mandibular y de oído, problemas en la articulación de la mandíbula, cefalea, insomnio, tensión, aumento de la sensibilidad dental al frío, al calor y a los alimentos dulces. Por todo ello, es fundamental un diagnóstico precoz que ayude a remediar estas manifestaciones que condicionan la calidad de vida del paciente.
No están claras las causas que producen el bruxismo, así que se han barajado varias opciones como:
- hábitos inadecuados al dormir
- malas posturas corporales
- una incorrecta alineación de los dientes
- la ansiedad
- el estrés
- la depresión
Prevenir el daño dental por apretar los dientes
Los objetivos del tratamiento del bruxismo deben perseguir reducir el dolor, prevenir el daño dental y disminuir el rechinamiento de los dientes. Así, para ayudar a aliviar el dolor, hay muchas medidas sencillas que se pueden llevar a cabo en casa, como aplicar hielo o calor húmedo en los músculos mandibulares, y realizar ejercicios específicos de estiramientos y maniobras de relajación de los músculos de la cara y de la mandíbula.
Por otra parte, es muy aconsejable evitar la ingesta de alimentos duros, aumentar el consumo de agua, dormir bien e intentar reducir el estrés diario, por ejemplo mediante técnicas de respiración o con la práctica de algún deporte. En determinados casos puede hacerse necesario aplicar un tratamiento ansiolítico que reduzca la angustia del paciente. En ocasiones, para evitar apretar los dientes es necesario plantear también un tratamiento odontológico, que fundamentalmente se basa en férulas de descarga y ortodoncia para ajustar la mordida o alinear los dientes.
Cómo cuidar las férulas
Las férulas empeladas para tratar el bruxismo requieren una minuciosa higiene diaria: el cepillo suave de cerdas largas junto con un limpiador del tipo lavavajillas concentrado constituyen el mejor método para eliminar la placa bacteriana. El uso de pastas dentales no está indicado por el riesgo de ralladuras y por la dificultad de conseguir una adecuada eliminación del remanente de dentífrico que puede quedarse atrapado en el dispositivo. Es aconsejable llevar puesta la férula todas las noches, pero si por una razón especial no se va a utilizar en un periodo de tiempo largo, lo adecuado es mantenerla en un recipiente con agua, de lo contrario se vuelve quebradiza. Son necesarios chequeos periódicos, ya que la férula se desgasta y sufre cambios con el tiempo.