Podóloga en la Clínica Podológica IMQ Doña Casilda
Se acerca el verano y unido viene el deseo de lucir unos pies bonitos y bien cuidados, algo que no siempre es posible tras haber permanecido muchos meses encerrados en zapatos de tacón y zapatillas deportivas. Sin olvidar que en invierno suele ser una de las zonas a las que menos atención se presta. Es ahora cuando nos acordamos de la importancia de cuidar los pies.
En las consultas de podología los problemas que se suelen ver por estas fechas son aquellos relacionados con la piel por falta de hidratación, de cuidados, e incluso en ocasiones por malos hábitos de higiene –en este sentido, señalar que la mitad de las veces los pies no se secan de forma adecuada.
Al cambiar de calzado y optar por sandalias y chanclas, quedan a la vista unos pies poco estéticos que pueden presentar durezas y callos, rozaduras por llevar zapatos poco adecuados, juanetes –una protuberancia en el dedo gordo que suele causar molestias al andar y estéticas-, dedos en forma de martillo –deformidad que se produce, por lo general, en la segunda falange–, uñas traumatizadas y colonizadas por hongos… En este sentido, es cierto que la incidencia de las deformidades es mayor en las mujeres por los zapatos que usan, pero a su vez también es verdad que son las que más se preocupan por cuidar los pies.
Cuando se presenta cualquiera de estos trastornos, lo más importante es acudir al podólogo que, como especialista en el cuidado de los pies, hará una eliminación exhaustiva de todas esas durezas y callosidades, y ofrecerá unas pautas para mantenerlos en condiciones adecuadas. En algunas ocasiones, también se aportará un tratamiento extra de hidratación con baños de parafina, mientras que en el caso de las uñas atróficas existe la posibilidad de reconstruirlas para obtener una apariencia muy natural. Asimismo, los especialistas ofrecerán indicaciones sobre qué calzado es el más adecuado para cada pie.
Abuso de las chanclas
Otra cuestión que debería preocupar por su impacto en las extremidades inferiores es el uso en verano de chancletas y sandalias. En este sentido, se aconseja optar por aquellas que cuentan con sistemas propios de sujeción al pie y pensar que cuanto más desnudo vaya más se redondea y se disimulan sus imperfecciones; tiras marcadas y estrechas estrangulan y resaltan más las deformidades.
El abuso de este calzado veraniego, quizá excesivamente plano, puede dar lugar a fascitis plantares –inflamación de la musculatura de la planta del pie–, tendinitis aquílea –lesión en el tendón que conecta la parte posterior de la pierna con el talón–, rozaduras en los dedos e incrementa el riesgo de sufrir un esguince de tobillo.
Por último, subrayar que cuidar los pies pasa por una atención integral y preventiva que incluya una revisión anual y la visita al especialista ante la aparición de cualquier síntoma de alteración o dolor.
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