La dieta vegana en niños es algo común en países como la India pero que, hasta ahora, ha sido anecdótico en Europa. El aumento de niños y niñas que siguen esta dieta en Europa ha abierto un debate social con respecto a los beneficios y los riesgos de este tipo de alimentación.
En Europa se han dado casos de muerte por desnutrición, de escorbuto o de anemia megaloblástica y de retraso mental en lactantes erróneamente alimentados con bebidas vegetales en lugar de con leche y con dietas veganas mal planificadas. Tanto en adultos, como especialmente en niños y embarazadas, el consejo nutricional de profesionales expertos es fundamental para llevar una dieta vegana saludable.
La dieta vegana no incluye ningún producto de origen animal. Excluye carnes y pescados, pero también los lácteos, los huevos o la miel. Por otra parte, la dieta ovo-lacto-vegetariana excluye también todas las carnes y pescados, pero incluye los derivados de la leche y los huevos.
Ante esta situación, cabe destacar que existe un consenso generalizado de las sociedades científicas internacionales y nacionales relacionadas con la alimentación en que las dietas vegana y vegetariana son perfectamente saludables para el ser humano a todas las edades y en cualquier situación. Esta idoneidad incluye por lo tanto a lactantes, ancianos, embarazadas, enfermos, deportistas, etcétera.
De hecho, no solo son idóneas, sino que los estudios publicados sobre incidencia de cáncer, de obesidad o de diabetes mellitus demuestran que las dietas ovo-lacto-vegetariana y vegana son más saludables que la dieta omnívora.
Con la dieta ovo-lacto-vegetariana nunca se ha planteado un debate científico sobre su idoneidad, puesto que los posibles déficits nutricionales en vitamina B12, en minerales o en ácidos grasos omega-3 se sabe que están perfectamente cubiertos con la ingesta de derivados lácteos y huevos.
No es el caso de la dieta vegana, que indefectiblemente será deficiente en vitamina B12. Vitamina que deberá ser ingerida en forma de suplementos dietéticos. A pesar de que existen moléculas similares a la vitamina B12 en los vegetales, los humanos no somos capaces de transformar estas moléculas en vitamina B12 ‘humana’, cosa que sí son capaces de conseguir otros animales, incluidos otros mamíferos. Por lo tanto, cualquier vegano que no quiera sufrir una anemia y un deterioro neurológico progresivo que le conduciría indefectiblemente a la muerte deberá tomar suplementos de vitamina B12.
¿Es saludable la dieta vegana?
Si las sociedades científicas defienden desde hace más de diez años la idoneidad de la dieta vegana a cualquier edad y en cualquier condición, ¿por qué se mantiene ese debate perenne sobre si es saludable o no para el ser humano? Aunque es cierto que las sociedades científicas defienden la opción por la dieta vegana, también aclaran a continuación que es imprescindible un control estricto de la variedad de los vegetales que se ingieren, de su forma de combinarlos e, incluso, del modo de su preparación.
La dieta vegana corre también riesgo de ser pobre en algunos minerales como el hierro, el zinc o el calcio y en cierto tipo de grasas imprescindibles como los ácidos grasos omega-3, presentes en los pescados. La absorción de estos minerales aumenta si se mantienen las verduras a remojo, tomando las legumbres germinadas o utilizando masa madre para los derivados del trigo. Con estas estrategias disminuye la presencia de los oxalatos y los fitatos que impiden la absorción de estos minerales.
Para garantizar una ingesta suficiente de ácidos grasos omega-3 es necesario que los veganos consuman cantidades generosas de nueces y semillas de lino. Y deben limitar el consumo de aceite de girasol y de maíz para evitar una ingesta excesiva de otro tipo de grasas con efecto proinflamatorio, los ácidos grasos omega-6.
Estas y otras medidas, como combinar legumbres y cereales casi cada día en la dieta, son necesarias para llevar una dieta vegana sana. Como se puede observar, no es sencillo hacerlo de forma espontánea. Una dieta vegana mal planificada tiene efectos adversos a largo plazo para un adulto sano y pueden pasar varios años en aparecer los síntomas. Pero en el caso de una mujer embarazada o de un lactante, las deficiencias nutricionales de una dieta vegana mal planificada pueden ocasionar en el bebé un daño irreparable, e incluso mortal, en pocos meses. Y ya hay casos que así lo atestiguan en Europa.
Por razones ideológicas y económicas —es mucho más cara y contaminante la alimentación omnívora que la vegana o la ovo-lacto-vegetariana—, es previsible que aumente la población vegetariana significativamente en los próximos decenios. Los médicos, y especialmente los pediatras, no podemos cerrar los ojos ante este fenómeno que ha llegado para quedarse y debemos ser capaces de ofrecer el mejor consejo nutricional a estas personas, respetando su opción alimentaria.
Crudismo, frugivorismo, alimentación macrobiótica…
Además de los veganos y los ovolactovegetarianos, con sus variantes, hay quienes sólo comen alimentos crudos, sin cocinar y sin ser procesados; es el denominado crudivorismo. También existen personas que basan casi totalmente su alimentación en la ingesta de frutas, que incluyen las frutas tradicionalmente conocidas como tales, las verduras que, botánicamente, son frutas (como tomates y pepinos), los frutos secos y las semillas; a este tipo de alimentación se le conoce como frugivorismo. Pero hay más: la alimentación macrobiótica, la dieta ayurvédica, la alimentación paleolítica en el siglo XXI, la dieta alcalina y un largo etcétera.
En general, toda dieta que restrinja la ingesta de determinados nutrientes, abuse de otros, sea pobre en su variedad o que aborde la preparación de los alimentos de manera no convencional precisa de un estricto seguimiento por parte de un profesional sanitario para evitar daños graves e incluso fatales a la salud, tanto en adultos como en niños, personas mayores y embarazadas.
Especialista en aparato digestivo infantil de la clínica IMQ Zorrotzaurre