Con la llegada del nuevo año, del buen tiempo, de nuestro cumpleaños… son muchas las épocas del año en que nos plantemos ponernos en forma perdiendo los kilos que nos sobran. Para ello, lo habitual es recurrir a la dieta y el ejercicio físico. En este sentido, es importante combinarlos bien si se quieren conseguir los mejores resultados. Tampoco hay que olvidar tener paciencia y ser perseverantes. El efecto rebote es, sin duda, una de las consecuencias más temidas cuando se sigue una dieta. Pero… ¿qué es exactamente?
Se trata de una respuesta del cuerpo cuando se abandona una dieta demasiado rigurosa, como las que son excesivamente bajas en calorías, disociadas, hiperproteicas, etc. Todas aquellas consideradas ‘milagro’, que prometen un adelgazamiento rápido, terminan en una recuperación aún más veloz del peso perdido. ¿Qué efectos tiene esto? No solo se vuelve a ganar todo lo perdido, sino que se suelen coger más kilos y, además, aumenta el porcentaje de grasa.
¿Por qué se produce el efecto rebote tras seguir una dieta?
Al perder kilos rápidamente lo que se consigue es bajar algo de grasa, pero fundamentalmente se pierde músculo y agua. Cuando la persona abandona las restricciones alimentarias, el cuerpo tenderá a recuperar su equilibrio acumulando grasa. Y es cuando el efecto rebote hace aparición.
La siguiente pregunta sería… ¿Es posible evitarlo? Sí, si se cambian los hábitos de alimentación a largo plazo y se aprende a comer de forma sana y equilibrada. ¿Esto significa que hay que estar a régimen toda la vida? Sí y no. No se trata de restringir el consumo de calorías para siempre, sino que habrá que hacerlo durante un tiempo determinado. Una vez alcanzado el peso objetivo, se deben mantener los hábitos para no volver a engordar. Si se produce el efecto rebote, la solución es regresar de nuevo a una dieta equilibrada pero reduciendo moderadamente la ingesta de calorías.
Factores a tener en cuenta si vamos a hacer dieta
Por supuesto, a la hora de seguir un régimen influyen múltiples factores:
- Un hombre, por norma general, tiene un metabolismo basal mayor, es decir, su cuerpo en reposo quema más calorías que el de una mujer.
- También se debe tener en cuenta el ejercicio físico para poder calcular así el gasto calórico total y hacer una restricción adecuada.
- En cuanto al aporte de otros nutrientes, durante el embarazo, la lactancia y la menopausia hay que asegurar una ingesta suficiente de calcio y hierro, entre otros.
En definitiva, perder peso lleva tiempo y esfuerzo. Esto no significa que haya que pasar hambre, pero tampoco se puede pensar que adelgazar comiendo toda la proteína o los hidratos de carbono que se quiera puede ser una manera saludable de hacerlo.
Por este motivo, es fundamental que una dieta se haga bajo supervisión médica, porque no se trata solo de perder peso, sino de ganar salud. Es importante valorar la situación personal y las enfermedades de cada paciente y saber elegir aquellos alimentos que puedan aportar más saciedad con menos calorías. En consulta, se ofrecen consejos nutricionales según un patrón de dieta mediterránea y las características de cada persona.
Dra. Nerea Gil Fernández
Especialista en Endocrinología y Nutrición de IMQ