La enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de los casos de demencia, representando entre el 60 y el 70% de éstos. El origen de esta enfermedad neurodegenerativa es todavía desconocido y su diagnóstico muy temprano resulta realmente difícil. La enfermedad de Alzheimer es devastadora para las personas que la padecen y también para sus familiares y cuidadores informales, progresando de manera inexorable sin que hasta la fecha podamos detener su evolución. La demencia es una de las mayores causas de discapacidad en la senectud y los costes económicos para su adecuada atención social son muy elevados.
Incidencia del alzhéimer
La incidencia del alzhéimer es rara antes de los 65 años, pero a partir de esta edad su prevalencia se duplica cada cinco años. El aumento paulatino de la esperanza de vida de la población se asocia por ello con un creciente número de personas con demencia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en la actualidad en todo el mundo hay 35,6 millones de personas que viven con demencia, y que esta cifra se duplicará para el año 2030 y se triplicará para el 2050; y ya hay quienes auguran que será una pandemia futura.
El alzhéimer no es una consecuencia natural del envejecimiento sino una enfermedad. La causa de la muerte progresiva de las neuronas en esta patología se resiste a ser desvelada. Hasta hace muy poco, el foco de las investigaciones se centraba en el depósito en el cerebro de una proteína, la beta-amiloide, y su supuesto efecto tóxico sobre las neuronas. Pero la eliminación de esta proteína con algunos tratamientos experimentales no ha conseguido curar esta enfermedad.
Estos fracasos han provocado la reorientación y desarrollo de nuevas líneas de investigación. Las neuronas dependen para sobrevivir y para su adecuado funcionamiento de las otras células que forman el cerebro, las células de la glía. Se piensa que las disfunciones de la glía son protagonistas en el alzhéimer. Igualmente, se atribuye cada vez más importancia al papel que juega el sistema inmunológico y a la acumulación de otras proteínas, la denominada tau. Estas nuevas y prometedoras líneas de investigación hacen prever próximos e importantes avances en el conocimiento de la enfermedad de Alzheimer y su tratamiento.
Existen muchas interrogantes sobre las causas de esta enfermedad pero también tenemos certezas irrefutables. Está indiscutiblemente acreditado que evitar el sobrepeso, la hipertensión arterial, las cifras elevadas de glucemia, los accidentes cerebrovasculares y los traumatismos cerebrales previenen el riesgo de padecer alzhéimer. Igualmente, se sabe que esta enfermedad, salvo en un mínimo porcentaje de los casos, no tiene una base hereditaria monogénica.
Diagnóstico de la enfermedad
El diagnóstico se basa en criterios clínicos. Desafortunadamente, los síntomas afloran cuando se ha producido ya una importante pérdida de neuronas y se sobrepasa la reserva funcional del cerebro. No existe ninguna prueba médica que permita ratificar en vida su diagnóstico. De ahí la importancia de los neurólogos para confirmar el diagnóstico lo más precozmente posible y para descartar otras causas de demencia. Cuando se descubra un tratamiento que impida la progresión de la pérdida neuronal será esencial administrarlo al inicio de la enfermedad, antes de que hayan aparecido los síntomas. Esto plantea la imperiosa necesidad de disponer de pruebas diagnósticas presintomáticas sensibles y precisas, objetivo en el que en la actualidad investigamos de manera intensa.
Tratamiento
El tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, a día de hoy, busca mejorar transitoriamente el deterioro cognitivo y, sobre todo, mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus cuidadores informales.
Durante la pandemia de COVID-19 los pacientes con demencia han sido un colectivo duramente afectado. Los factores de riesgo para padecer alzhéimer y tener una COVID-19 grave son en parte comunes: senectud, hipertensión arterial, obesidad, etc. Además las personas con demencia tienen dificultades insalvables para aprender y aplicar los hábitos para prevenir la infección por SARS-CoV-2.
Prioridad de salud pública
El alzhéimer representa un drama para los pacientes, sus familiares y cuidadores informales. Pero también representa una amenaza para la sociedad en su conjunto. El incremento exponencial de pacientes, asociado con la longevidad creciente, implica un rápido crecimiento del gasto social y sanitario. Por ello, la OMS ha alertado sobre la necesidad de situar a la demencia como una prioridad de salud pública en la agenda política de los gobiernos.
El alzhéimer plantea un grave problema personal y social, y un reto científico y médico. Euskadi está reconocida por la calidad de la atención sanitaria y social. Euskadi también tiene una línea de investigación sobre las células de la glía internacionalmente reconocida, iniciada por el neurocientífico bilbaíno Nicolás Achúcarro y que continúa llevándose a cabo en un centro de investigación específico, el “Achúcarro Basque Center for Neuroscience”.
El problema de la enfermedad de Alzheimer nos afecta de forma colectiva y para superarlo todos deberemos trabajar colectivamente en ello: médicos, cuidadores, pacientes, instituciones públicas, instituciones privadas y la ciudadanía en su conjunto.
Dr. Alfredo Rodríguez-Antigüedad
Especialista en Neurología de la Clínica IMQ Zorrotzaurre