La demencia se define como la pérdida crónica y progresiva de las funciones mentales superiores (memoria, cálculo, atención, orientación) así como la capacidad de juicio y conducta que interfiere en las actividades de la vida diaria. El riesgo de sufrirla aumenta con la edad. El diagnóstico es complejo y conlleva, además de la exploración física, una valoración neuropsicológica, una prueba de neuroimagen y una completa analítica.
Cuáles son los tipos de demencia
Las demencias se clasifican según su etiología, siendo la enfermedad de Alzheimer la primera en prevalencia y las vasculares, las segundas. Estas últimas están causadas por un flujo sanguíneo cerebral insuficiente debido a un infarto o a una hemorragia cerebrales que puede ocasionar daños irreparables. Se diferencian de otras por su aparición brusca, con signos de focalidad neurológica (parálisis, dificultad para hablar o ver) y evolución clínica fluctuante.
En la demencia multiinfarto, las neuronas se deterioran porque al interrumpirse el aporte de sangre, dejan de obtener oxígeno y nutrientes. Dependiendo de la zona afectada, puede que no aparezca ningún síntoma; conforme estas aumentan, los primeros signos comienzan a hacerse notables.
Síntomas de la demencia
La sintomatología depende de la parte del cerebro dañada, porque cada área se encarga de una función superior. Inicialmente, puede incluir desorientación, dificultad para concentrarse, capacidad reducida para organizar pensamientos o acciones, disminución en la capacidad para analizar una situación, desarrollar un plan y comunicarlo a otras personas, problemas con la memoria, intranquilidad y agitación, marcha inestable, depresión... Estos síntomas pueden manifestarse de manera gradual o añadirse otros conforme avancen los daños, como cambios en el patrón del sueño, agresividad, incapacidad para las tareas domésticas, dificultad para el aseo, olvido de recuerdos personales o, incluso, pérdida de la noción de su propio yo.
Enfermedad de Binswanger
Otro ejemplo es la enfermedad de Binswanger o de pequeño vaso, debida a la hipertensión arterial y a la arterioesclerosis. La oclusión de pequeños vasos produce infartos lacunares y su rotura provoca pequeñas hemorragias intracerebrales. Cursa con enlentecimiento del pensamiento, alteraciones de memoria, apatía y pérdida de interés por el medio, a lo que se añade trastorno de la marcha (a pequeños pasos), incontinencia urinaria precoz y, en ocasiones, arálisis pseudobulbar (degeneración de las neuronas motoras superiores y pérdida progresiva de la capacidad de hablar, masticar y tragar).
A día de hoy, no existe un tratamiento eficaz de la demencia vascular pero sí se puede actuar, de forma preventiva, controlando los distintos factores de riesgo.
Dr. Iñaki Artaza
Especialista en Geriatría y Director Médico Asistencial de IMQ Igurco