El estrabismo infantil es una alteración de la movilidad ocular en la que los ojos no se fijan en el mismo objetivo visual. Es además evidente, en la mayoría de los casos, por la desviación de uno de ellos que bizquea. Si esta desviación es hacia la nariz estamos ante un estrabismo convergente; si la desviación es hacia fuera el estrabismo es divergente. La mayor parte de los estrabismos están presentes desde el nacimiento, aunque inicialmente pueden pasar desapercibidos.
Por lo general, el estrabismo infantil se manifiesta entre el nacimiento y los dos años de edad. Existe un tipo de estrabismo convergente, conocido como acomodativo, que se hace visible más tarde, alrededor de los cuatro años de edad.
¿Por qué se produce el estrabismo infantil?
La causa original del estrabismo es desconocida, pero su origen se sitúa en los centros cerebrales que controlan los movimientos de los ojos. También puede producirse en determinadas circunstancias, como traumatismos craneales severos o meningitis. No obstante, es cierto que dentro de determinadas enfermedades como parálisis cerebrales, retrasos psicomotores… la frecuencia de estrabismos es más alta.
Se trata de una patología que no da prácticamente síntomas. Los niños no se quejan de nada, ni manifiestan trastornos visuales. El signo principal del estrabismo infantil y que lleva al niño al oftalmólogo es la apreciación por los padres y/o el pediatra de que los ojos están ‘torcidos’. Pero puede suceder que la desviación sea pequeña y no sea apreciable, por lo que el niño no será diagnosticado hasta que acuda a la consulta del oftalmólogo.
¿Cómo se diagnostica el estrabismo infantil?
El especialista procederá entonces a explorar los movimientos de los ojos en las diferentes posiciones de la mirada. Tapando uno y otro de forma alternativa, mientras se fijan en una luz o una figura que llamen su atención. El oftalmólogo apreciará si los ojos se mueven de forma coordinada o no y si al tapar un ojo el otro tiene que hacer un movimiento para fijar la luz.
Diagnosticarlo lo antes posible es vital, porque la consecuencia más importante que puede tener el estrabismo es la falta de desarrollo de la visión del ojo desviado. Esta falta de desarrollo se denomina ambliopía, es lo que la gente conoce como ‘ojo vago’. Por eso, cuanto antes se diagnostique, antes se podrá tratar y conseguir una buena agudeza visual de ambos ojos. No obstante existe un margen hasta los cuatro años de edad, para conseguir una curación prácticamente total de las ambliopías con un tratamiento adecuado.
Tratamiento del estrabismo en niños
El objetivo del tratamiento del estrabismo es que el cerebro desarrolle la capacidad de procesar la información de cada ojo de manera adecuada. Esto se consigue tapando la visión del ojo que mejor ve y favoreciendo la del ojo con peor visión (‘ojo vago’).
Otras alternativas son prescribir una graduación distinta de la real en uno de los ojos o pintar con laca el cristal del ojo por el que ve bien. Se aplican cuando la ambliopía es leve.
Si el estrabismo es estéticamente apreciable a pesar de la correcta utilización de las gafas, se puede recurrir a la cirugía o a la utilización de toxina botulínica en los músculos oculares.
Importancia de las revisiones de vista en la infancia
La visión del recién nacido es muy mala, pero va mejorando a medida que el niño se hace mayor y su cerebro madura. Para que este desarrollo visual sea normal, las áreas que procesan la visión deben recibir estímulos adecuados, es decir, imágenes nítidas y muy parecidas de ambos ojos. Pero esta capacidad de desarrollo decae a partir de los cuatro años. Por eso, es fundamental acudir antes de esta edad al oftalmólogo.
Relación entre hipermetropía y estrabismo
La hipermetropía es un defecto de refracción habitual en los niños y, salvo en los casos en los que es muy alta, no necesita tratamiento. Sin embargo, en los niños con estrabismo convergente es habitual una estrecha relación entre la desviación y la hipermetropía, de tal manera que el uso de las gafas puede ser vital en el tratamiento.
José Antonio López Garrido
Especialista en Oftalmología de IMQ