Especialista en Anestesiología y Reanimación de la Clínica IMQ Zorrotzaurre
Una mujer, de entre 35 y 55 años, entra en la unidad del dolor y, tras las presentaciones pertinentes le decimos… “ponte la mano, señálame donde más te duele” y ella responde… “me faltan manos para decirte todo lo que me duele”. Así es como suele empezar la entrevista que nos hará sospechar que estamos ante una “típica” paciente con fibromialgia.
La edad, el sexo y el dolor generalizado son indicadores posibles de la enfermedad pero debemos tener en cuenta que el diagnóstico lo hará siempre el especialista en Reumatología y será, inicialmente, un diagnóstico por exclusión, es decir, se someterá a la paciente a una serie de pruebas para descartar otras enfermedades que pueden provocar dolores en distintas zonas del cuerpo de forma simultánea y que precisarían de un tratamiento específico para controlarlas.
Que este sea el prototipo de paciente no quiere decir que la enfermedad no se presente a otras edades e incluso en hombres (parece que 1 de cada 10 diagnósticos que se realizan es en hombres), que presentan, incluso, peor respuesta a los tratamientos más comunes utilizados en las unidades del dolor.
Fibromialgia, una gran desconocida
La fibromialgia a día de hoy sigue siendo una gran
desconocida a pesar de los esfuerzos en investigación que se están realizando,
llegando al punto en que algunos sanitarios “niegan que exista”.
Cuando alguien me plantea esta cuestión la respuesta es siempre la misma: no importa el nombre que le queramos poner, pero lo que está muy claro es que a nuestra consulta acude un número considerable de personas que cuentan una historia muy similar de dolores generalizados, que no se explican por otros cuadros conocidos, con nula respuesta a los tratamientos convencionales (no responden ni a los opioides) y asociado, generalmente, a trastornos en el descanso nocturno.
Otro aspecto común es el gran número de pacientes en los que se asocian alteraciones hormonales, por ejemplo, trastornos tiroideos, normalmente ya en tratamiento, o cuadros fibromiálgicos que se inician en el periodo perimenopáusico, cuando los estrógenos sufren un descenso importante.
Fibromialgia en el hombre
En el caso de los hombres con sospecha de fibromialgia proponemos una consulta con el urólogo para estudio y ajustes, si precisa, de los niveles de hormonas androgénicas, con lo que, si existe un déficit y se consigue corregir, mejorará también la clínica, al menos parcialmente.
Con todo esto no se pretende decir que la fibromialgia sea un trastorno hormonal pero sí que es un aspecto a valorar (que no siempre se tiene en cuenta) y corregir si fuese necesario.
Pero, visto que no hay un consenso claro y definido de qué es la enfermedad, cómo hacer un diagnóstico de certeza (salvo por descarte de otras patologías), de su etiología, posible evolución… es lógico que tampoco tengamos un tratamiento óptimo para controlar los síntomas.
Tratamiento
Ante este panorama desconcertante para el mundo sanitario y
aún más para los pacientes, ¿qué podemos ofrecer en las unidades del dolor?
La vida activa, determinados tipos de ejercicio y algún tratamiento farmacológico junto con determinados tratamientos endovenosos específicos de unidad del dolor, ayudarán a la paciente, en un número significativo de casos, a mejorar sustancialmente su calidad de vida.
Cuando tenemos un músculo concreto especialmente doloroso (trapecio, cuadrado lumbar…) o clínica sugerente de cefalea tensional, los bloqueos diagnósticos o incluso terapéuticos con toxina botulínica pueden ayudar a incrementar el alivio conseguido con las terapias anteriormente citadas.
A pesar de estas posibilidades, aún no podemos asegurar alivio para el 100% de las personas afectadas por fibromialgia, pero seguiremos estudiando para mejorar al máximo su calidad de vida.