La fragilidad es un estado o condición que antecede a la discapacidad y que va ligado al propio proceso natural del envejecimiento humano. Es un concepto muy utilizado en geriatría ya que esta situación afecta a una gran parte de la población mayor. El diagnóstico y tratamiento precoz de este estado que va unido al envejecimiento ayuda a retrasar la dependencia.
Su origen se encuentra en múltiples factores, que incluyen los condicionantes genéticos, endocrinos, respuestas inflamatorias, presencia de enfermedades crónicas y las circunstancias vitales que haya experimentado la persona. No obstante, sus elementos centrales son la pérdida no intencionada de peso y masa muscular, la malnutrición y la disminución del gasto energético total.
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Diagnóstico
Para diagnosticar si una persona mayor padece fragilidad se atiende al cumplimiento de los siguientes criterios: pérdida de peso no intencionada en los últimos 12 meses; ralentización de la velocidad de la marcha; sentimiento de agotamiento general, de baja energía; debilidad muscular, medida por la fuerza prensora de una mano, adaptado según el sexo y el índice de masa corporal, y bajo nivel de actividad física. Si se dan tres o más, se confirma el diagnóstico. Si son dos o uno, se puede hablar de prefragilidad.
Ejercicio y nutrición
Tras un correcto diagnóstico realizado por un especialista, es preciso comenzar cuanto antes el tratamiento. Éste se basa en dos pilares fundamentales: el ejercicio físico y la intervención nutricional. Una actividad física regular y adaptada a las circunstancias de cada persona mayor reporta cuantiosos beneficios. Los ejercicios más eficaces para revertir la debilidad muscular consisten en la realización de contracciones dinámicas o estáticas contra una resistencia. Ejemplos de esto son el levantamiento de pesas o el estiramiento de bandas elásticas. Se suelen efectuar unas tres sesiones por semana durante unos dos o tres meses.
Por otro lado, se puede trabajar el rendimiento cardiovascular paseando y andando en bicicleta estática. El taichi, mantenerse sobre un solo pie, subir y bajar escaleras lentamente o caminar sobre las puntas de los dedos y los talones son actividades que favorecen el equilibrio.
En cuanto a la intervención nutricional, estudios científicos recientes apuntan a que las dietas en las que se ha aumentado ligeramente la cantidad de proteínas en las tres comidas diarias, así como el aporte de calcio y de vitamina D (en dosis pautadas por el médico), mejoran la salud de huesos y músculos y reducen el riesgo de caídas y fracturas.
IMQ, a través de su servicio IMQ Ayuda, lleva 8 años asesorando a la persona mayor y sus familiares en la organización de los cuidados y en la búsqueda de soluciones encaminadas a prevenir y mejorar la calidad de vida propia y la de su entorno desde la aparición de los primeros síntomas hasta los niveles de mayor dependencia.
DR. IÑAKI ARTAZA ARTABE
Médico geriatra. Director asistencial de Igurco Servicios Sociosanitarios / IMQ