Psiquiatra de atención infanto-Juvenil y adultos IMQ AMSA
Identificar la enfermedad mental en niños y adolescentes de forma temprana es clave para no retrasar el tratamiento necesario y evitar el riesgo de cronificación de las dificultades en la vida adulta. Afortunadamente, cada vez hay una mayor conciencia en las familias de que una intervención temprana en la salud mental y el bienestar emocional de sus hijos e hijas previene y evita problemas en el futuro.
Uno de cada dos casos de trastornos mentales crónicos se manifiesta antes de la edad adulta, es decir, en la adolescencia o la infancia, siendo estas etapas muy importantes para su detección y abordaje temprano. En la infancia y adolescencia destacan por su prevalencia los trastornos de ansiedad, los de estado de ánimo, los de conducta alimentaria y los trastornos por conducta disruptiva. Con menor incidencia, aunque con igual importancia por su gravedad, están los trastornos del espectro autista y las psicosis.
Cómo identificar de forma precoz la enfermedad mental según la edad
En la etapa preescolar (0-3 años)
En los primeros años de vida pueden identificarse trastornos del neurodesarrollo, emocionales y del espectro autista. En este periodo, un retraimiento excesivo, con dificultades en la interacción con otras personas o una excitabilidad extrema, pueden señalar la presencia de dificultades. Asimismo, es importante atender a la presencia de retrasos en la adquisición de hitos en el desarrollo (retraso en el habla, en caminar…)
Etapa preadolescente (3-12 años)
En esta segunda etapa de la vida pueden manifestarse los trastornos de ansiedad, del aprendizaje (dislexia, discalculia…), cuadros depresivos, problemas en la socialización o de conducta o el trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad.
Durante estos años, la aparición de problemas a nivel de aprendizaje (leer, escribir) o problemas académicos, o la presencia de problemas importantes en la adquisición de hábitos de autonomía (vestirse solos, dormir solos) indicarían riesgo de algún trastorno.
Otra señal de alarma sería la presencia de dificultades graves para controlar sus reacciones emocionales (niños demasiados miedosos, enfados muy intensos, problemas por agresividad o irritabilidad excesiva).
En la etapa adolescente (12- 18 años)
En la etapa adolescente pueden ocurrir trastornos de ansiedad y cuadros depresivos, psicosis afectivas y no afectivas, trastornos de conducta o trastornos de conducta alimentaria.
La adolescencia es de por sí una etapa crítica en el desarrollo del individuo y es habitual que durante este periodo se produzcan algunas dificultades para adaptarse a las expectativas del entorno. Es importante, sin embargo, tener en cuenta como indicadoras de posibles dificultades cuando se presenten conductas más extremas; por ejemplo, hay que fijarse en si aparecen conductas de apatía, tristeza, decaimiento, o bien irritabilidad o conductas extrañas, pensamientos inusuales o incluso paranoides.
Una rebeldía notable, con enfrentamientos con la autoridad, falta de respeto a las normas sociales y problemas graves a nivel académico, sería igualmente expresión de un problema. También son señales de un probable trastorno la aparición de problemas importantes en la conducta alimentaria (restricción de comida, preocupación excesiva por la imagen, atracones o vómitos).