La diabetes mellitus es una enfermedad crónica considerada como la epidemia del siglo XXI debido a su elevada prevalencia, pudiendo afectar a una de cada cuatro personas mayores de 65 años; porcentaje que va en aumento con la edad, llegando a alcanzar a un tercio de los pacientes mayores de 75 años. De ahí la importancia del control de la diabetes en las personas mayores.
En la mayor parte de los casos que afectan a mayores, la base fisiopatológica de la diabetes mellitus es la incorrecta entrada de glucosa a las células debida a una disminución de la respuesta de los receptores de la insulina que es secretada por el páncreas. Esto produce un aumento de la glucosa en la sangre y condiciona un aumento del riesgo de sufrir una patología en el corazón, riñones y retinas, así como deterioro funcional y cognitivo, entre otros.
¿Qué debo hacer si me diagnostican diabetes?
La primera opción para evitar las complicaciones asociadas a la diabetes en las personas mayores es el establecimiento de un diagnóstico precoz. Por ello, es importante que la persona mayor acuda periódicamente a su médico de atención primaria y siga sus indicaciones (realización de analítica, abandono de hábito tabáquico o alcohólico…). Una vez se tiene un diagnóstico, se ha de prestar una atención especial a lo siguiente:
Dieta
La dieta debe ser acorde a la situación funcional, cognitiva y al nivel de actividad física que desarrolle la persona mayor. En términos generales, se debe limitar la ingesta de carbohidratos procesados (bollería, azúcares, cacao…), sobre todo en el caso de que se trate de una persona sedentaria. Es importante mantener la ingesta de proteínas, por el riesgo adicional de desarrollar fragilidad que supone la diabetes en las personas mayores.
Actividad física
La actividad física es otro pilar fundamental del tratamiento de la diabetes mellitus, por varios mecanismos: se fomenta la entrada de glucosa a las células y su consumo, reduciendo por tanto la glucemia en sangre.
Además, específicamente en personas mayores, el ejercicio previene la aparición de sarcopenia (pérdida de calidad y función muscular) y dependencia funcional.
Tratamiento farmacológico
En el caso de que se haya prescrito un fármaco para el control de la diabetes, se ha de seguir las recomendaciones emitidas por el médico endocrinólogo, de atención primaria, geriatra o internista, quien posteriormente se encargará de controlar que esté alcanzando el objetivo de tratamiento, con la monitorización de la hemoglobina glicosilada, el perfil lipídico (colesterol, triglicéridos) y la tensión arterial, factores de riesgo vascular añadidos y relacionados con la aparición de complicaciones.
Complicaciones habituales de la diabetes en las personas mayores
En personas mayores, además de las complicaciones clásicas de la diabetes mellitus, —entre las que se encuentran la cardiopatía, enfermedad cerebrovascular, nefropatía, neuropatía, enfermedad arterial periférica, y retinopatía diabética—, se añaden otras que pueden condicionar una peor calidad de vida.
Hipoglucemia
Consiste en un descenso de los valores de glucosa en sangre por debajo de 70 mg/dl, con aparición de sudoración, mareo, confusión y, específicamente en personas mayores, caídas (con el consiguiente riesgo de fractura de cadera y de dependencia funcional), siendo una de las complicaciones más graves a evitar.
Demencia y depresión
La diabetes mellitus aumenta el riesgo de eventos cerebrovasculares (ictus), y a consecuencia de estos, o por efecto directo de la hiperglucemia (exceso de azúcar en sangre), las personas mayores con diabetes tienen mayor riesgo de presentar deterioro cognitivo y trastorno anímico. Por ello se recomienda una valoración anual de estas áreas para establecer un diagnóstico y tratamiento, si procede.
Polifarmacia
Dada la posibilidad de aparición de nuevas patologías a lo largo de los años en personas mayores con diabetes, puede que el paciente tome más de cinco fármacos de manera habitual. Por este motivo, y por el control de los niveles de glucosa, tensión arterial, lípidos, etc., son indispensables las revisiones médicas periódicas.
De este modo se puede optimizar las prescripciones, con el fin de prevenir la aparición de efectos adversos en relación con la polifarmacia.
Dra. Naiara Fernández
Especialista en Geriatría de IMQ Igurco