[entradilla]La nomofobia afecta en mayor medida a los adolescentes, siendo la franja de edad con mayor prevalencia la comprendida entre los 14 y 16 años.[/entradilla]
He olvidado en casa el móvil. ¡Vaya cabeza la mía! Con las prisas mañaneras se ha quedado en el cargador… Intentas no pensar en ello, pero inevitablemente empiezas a ponerte nervioso, te domina una desagradable sensación de pérdida, de descontrol, de angustia, no puedes quitarlo de tu mente ¿y si recibo esa llamada que estaba esperando? ¿y si pierdo un mensaje importante? ¿y si se enfada porque no le respondo? ¿y si la peña queda y no me entero?... ¿Te suena? Debes saber que si esto te ocurre de manera habitual y te genera malestar extremo puedes estar sufriendo algo que se ha venido a denominar nomofobia (no-mobile-phone phobia).
Estar sin móvil o quedarse sin batería se ha convertido en motivo de estrés para muchas personas. El aparatito de marras ha pasado a formar parte de nosotros mismos como si fuera un apéndice de nuestro cuerpo y a menudo le prestamos tanta o más atención que al trabajo, los estudios e incluso a la gente que vive a nuestro lado. La ansiedad que nos produce el sentirnos desenganchados, la necesidad de mirar una y otra vez si ha entrado un email o un whatsap, la imposibilidad de dormir alejados de él ha hecho que empiece a hablarse incluso de la adicción del siglo XXI.
Nomofobia, ¿eres adicto al móvil?
La nomofobia no es una adicción
Psicólogos y psiquiatras niegan, sin embargo, que estemos ante una adicción. Para que ésta exista han de cumplirse tres condiciones clínicas: un patrón de uso problemático, un síndrome de abstinencia y una progresiva tolerancia a la exposición que impulsa a que la dosis empleada sea cada vez mayor, algo que no se cumple en este caso. La nomofobia que experimentamos con el uso excesivo del móvil o al no contar con uno a mano, no constituyen, una adicción comparable a la que realmente suponen la heroína, el alcohol o el juego, causantes ellos sí de serios trastornos y enorme sufrimiento.
Más allá de la catalogación científica, lo cierto es que nos resulta muy complicado renunciar a nuestro smartphone y que existe al menos una cierta dependencia emocional que hace que según el Informe Pisa 2015 de la OCDE el 69% de alumnos españoles menores de 15 años confiese sentirse verdaderamente mal si no se puede conectar a internet o que el 22% use el móvil 6 o más horas al día.
Perfil y síntomas de la nomobofia
Más que en la herramienta como tal, el verdadero problema reside sin duda en el uso antinatural de la misma y en las actitudes y patologías de fondo que en ocasiones se esconden detrás de su uso abusivo. El perfil del nomofóbico suele ser el de una persona con poca autoconfianza y baja autoestima, con carencia de habilidades sociales y de resolución de conflictos, que dedica todo su tiempo de ocio al móvil y parece incapaz de disfrutar sin él.
La nomofobia suele afectar en mayor medida a los adolescentes por su necesidad de ser aceptados por los demás y su familiaridad con las nuevas tecnologías, siendo la franja de edad con mayor prevalencia la comprendida entre los 14 y 16 años, afectando más a las chicas que a los chicos. Provoca entre sus síntomas angustia, irritación, aislamiento, dolor de cabeza o de estómago, pensamientos obsesivos, taquicardia…
Resulta una evidencia que los smartphones han cambiado radicalmente nuestra vida y que el uso de las nuevas tecnologías es realmente tan útil como imprescindible pues nos permite estar constantemente en conexión, acceder al conocimiento, a la información y a las personas en cualquier parte del mundo. El uso del smartphone incluso cuando éste es algo elevado no tiene por qué ser en sí mismo algo negativo ni patológico, aunque tampoco inocuo. La solución a la nomofobia reside, como en todo, en la moderación, en la educación que se nos inculque sobre una utilización racional e informada y en ser capaces de afrontar los riesgos.
Tratamiento de la nomofobia, acudir al profesional
Si sentimos, no obstante, que hemos rebasado el límite, que la nomofobia representa un problema que no sabemos resolver por nosotros mismos, siempre podemos acudir a un profesional y los tienes muy buenos a tu disposición dentro de nuestro cuadro médico o en AMSA.
El tratamiento dependerá del grado de autocontrol de cada persona. Si tal autocontrol aún existe se procederá a la eliminación progresiva de la dependencia del móvil. Si ya no es posible gestionar la ansiedad y abuso, el tratamiento será de choque y supervisado por un especialista en salud mental que ayude a encarar las sensaciones negativas que se producen en nuestro interior mientras se consigue el desenganche.
Si quieres saber más, también puede interesarte jugando a vivir con las nuevas tecnologías de nuestro Canal Salud.