La biomecánica es la ciencia que se dedica al estudio del movimiento humano estableciendo los parámetros de normalidad y patológicos. Gracias a la exploración biomecánica de los pies se puede llegar a saber el origen de numerosos dolores físicos, ya que no hay que olvidar que son el soporte del cuerpo, con funciones de propulsión, amortiguación y adaptación. En dicho estudio se analiza su comportamiento así como la relación con otras estructuras corporales.
De hecho, es muy frecuente que se detecten tanto dolores propios de esta zona anatómica –esguinces de repetición (provocados por impactos sucesivos en la misma área), metatarsalgias (dolor de la región anterior del pie ocasionado por una inflamación o una sobrecarga mecánica), fascitis plantares y espolones de calcáneo (calcificación del talón)–, como lumbalgias, gonalgias (dolor en la rodillas), basculaciones pélvicas (apoyar más peso sobre una de las dos piernas) o sobrecargas musculares que tenían su origen en una mala posición de los pies.
La detección de estas patologías permite su tratamiento personalizado y corrección. Pero, ¿en qué consiste realmente este estudio?
Para comenzar, se inicia con una exploración articular y muscular del pie en camilla, midiendo los diferentes movimientos. Después, se realiza una valoración de las dismetrías aparentes o reales de los miembros inferiores. Se continúa con un análisis de la huella plantar y la postura, para terminar con la observación dinámica de la marcha al caminar.
Los pies de los niños y deportistas
La exploración biomecánica de los pies está indicada para toda la población ya que se dirige tanto al diagnóstico del origen de dolores del aparato locomotor como a su prevención.
En el caso de la pediatría, el seguimiento del pie durante el crecimiento y desarrollo del mismo permitirá alcanzar mejores perspectivas de tratamiento de las patologías por su detección precoz. Así, es conveniente un estudio podológico a los 2 o 3 años, con seguimiento periódico hasta que finalice el crecimiento para asegurar un buen desarrollo del pie y la prevención de problemas en la edad adulta. De hecho, el 56% de los adultos sometidos a estudio biomecánico en los últimos seis meses fueron candidatos a tratamiento ortopodológico. En futbolistas, tenistas y corredores estas pruebas pueden mejorar el rendimiento y evitar lesiones.
En el resto de personas facilita una vida más activa al mejorar la forma de pisar y el equilibrio del aparato locomotor, especialmente en la población diabética y con mala circulación, dado que relaciona los puntos de máxima presión y el tiempo en que se hallan en contacto con el suelo. Respecto a las deformidades óseas, ayuda a prevenir la aparición de úlceras aplicando la compensación ortopédica adecuada. Por último, también sirve para evaluar el tratamiento necesario (quirúrgico, rehabilitador, ortésico...) de las patologías de las extremidades inferiores.
Los especialistas suelen utilizar aparatos como el podoscopio, con el que se estudia la huella plantar o cámaras que graban el movimiento de la marcha para visualizarlo a cámara lenta. Actualmente, también existen pruebas informatizadas como la plataforma de presiones que analiza la pisada. Cuando se realiza en posición estática detecta los puntos de máxima presión que pueden ir unidos al dolor, los centros de gravedad, etc. Y en dinámica, tanto caminando como en carrera, permite evaluar todas las fases de la marcha (entrada del talón, apoyo externo del medio pie, apoyo de todo el pie y despegue con los dedos). Los resultados permitirán valorar la necesidad de tratamiento rehabilitador (estiramientos, potenciación...) u ortótico (plantillas, siliconas...), siempre personalizado ya que cada pie es único.
Mª José Azkarate
Especialista en Podología de la Clínica Podológica IMQ Doña Casilda de Bilbao