La anemia en personas mayores es un problema frecuente y está relacionada con un mayor riesgo de deterioro físico, funcional y cognitivo. Su frecuencia aumenta con la edad afectando a entre un 12 y un 22% de los mayores de 65 años que viven en su domicilio y alcanzando a más del 40% de las personas hospitalizadas. En la población joven y adulta es más frecuente en las mujeres, sin embargo, en los mayores, esta relación se invierte.
Tradicionalmente se la ha considerado como parte natural del proceso de envejecimiento, por lo que ha habido cierta tendencia a restarle importancia. Sin embargo, en el caso de los mayores, las causas de esta afección suelen ser múltiples siendo las principales las deficiencias nutricionales y las enfermedades crónicas, aunque algunas anemias son de origen desconocido.
La anemia en personas mayores tiene consecuencias que pueden llegar a ser muy graves. Disminuye la capacidad física y la fuerza muscular por lo que se acaba afectando la movilidad y la calidad de vida. Además, aumenta el riesgo de padecer fatiga, depresión, demencia y de hospitalización o de ingreso en una residencia (por empeoramiento del deterioro funcional) y de mortalidad (especialmente cuando se asocia a otras enfermedades como la insuficiencia cardíaca o renal, la hipertensión o la diabetes).
Su detección, su diagnóstico y su tratamiento son fundamentales y deberían ser objetivos prioritarios para cualquier sistema de salud.
Los glóbulos rojos que se encuentran en la sangre contienen una proteína que se llama hemoglobina y que sirve para transportar el oxígeno desde los pulmones a todos los órganos del cuerpo. Un componente fundamental de la hemoglobina es el hierro; si no hay suficiente, no se puede “cargar” bien el oxígeno.
La anemia se produce cuando tenemos la hemoglobina baja y no puede hacer bien su trabajo; el oxígeno no llega de manera adecuada a nuestros músculos, cerebro, etc. y por eso nos sentimos fatigados o débiles.
Existen distintos tipos de anemia que dependen de la causa que la origine. Las deficiencias nutricionales, fundamentalmente de hierro, vitamina B 12 o de ácido fólico, son responsables de un tercio de los casos, las enfermedades crónicas de otro tercio mientras que en el tercio restante no se logra identificar la causa (anemia inexplicada del anciano).
Los síntomas más comunes de la anemia son la fatiga, la falta de fuerza, el tono pálido de la piel o la sensación continua de cansancio. Esta debilidad en nuestro cuerpo puede producir también somnolencia, mayor sensibilidad al frío o falta de apetito.
A veces, dependiendo de la gravedad, se llegan a dar otros síntomas como dolor de cabeza, mareos, náuseas, problemas de memoria o uñas que se rompen fácilmente.
Como hemos visto antes, una de las causas más habituales de la anemia en las personas ancianas tiene relación con las enfermedades crónicas que padecen, como los problemas cardiovasculares, intestinales o renales.
Así que en estos casos la manera de evitar tener anemia pasaría por tratar, o al menos mantener controlada, la enfermedad que la provoca.
Muchas anemias están relacionadas con enfermedades que son más comunes entre las personas de edad avanzada, pero también hay muchas que se producen por un déficit en la alimentación, especialmente por un menor consumo de verduras de hoja verde o legumbres. La desnutrición, que es frecuente en personas mayores, hace bajar los niveles de hierro, vitamina B12 o ácido fólico.
Por lo tanto, cuidar la alimentación y mantener un adecuado estado nutricional en los mayores será de vital importancia para descartar factores que les pongan en riesgo de padecer anemia.
Por supuesto, consultar con él o la especialista a la mínima manifestación de los síntomas típicos de la anemia, es fundamental.
A los síntomas habituales que provoca la anemia, hay que sumar otras molestias para las personas mayores.
La debilidad causada por la anemia disminuye la resistencia física, algo que en las personas de avanzada edad se traduce en un mayor riesgo de caídas o discapacidad y en una peor calidad de vida.
La anemia puede afectar al sistema cognitivo y producir confusión, falta de memoria o desorientación. Se estudia si pudiera haber una relación entre la anemia y la demencia.
Las dolencias cardíacas o las enfermedades cardiovasculares producen anemia en quienes las padecen, pero es que a su vez ésta hace que estas condiciones empeoren. Es por ello que no se debe restar importancia a un problema, el de la anemia en personas mayores, que merece mucha atención.