Llega el momento de los buenos propósitos de cara a un nuevo año y, sin duda, uno de los más populares es dejar de fumar. Sin embargo, para muchas personas cuesta mucho más esfuerzo llevarlo a la práctica que planteárselo una y otra vez. Sí es cierto que ha bajado el número de fumadores, por lo que las medidas de prohibición, el aumento del precio del tabaco y las campañas informativas han podido influir para que se reduzca, aunque de forma leve, el porcentaje de fumadores. No obstante, es preciso seguir insistiendo.
La media de hombres fumadores es algo más alta que la de mujeres. El perfil se define en una edad comprendida entre los 25 y los 44 años, viéndose, además, que las chicas más jóvenes, fuman más que los chicos. La edad de comienzo del hábito suele situarse entre los 13 y los 15 años, dándose también un claro componente socio-económico, dado que entre los hombres fuman más las clases sociales menos favorecidas y dicha diferencia aumenta todavía más entre los jóvenes. En las mujeres, en cambio, no se da este diferencial entre clases sociales.
Respecto a las consecuencias que el tabaquismo puede tener para nuestra salud, algunas de ellas son de sobra conocidas. Cada cigarrillo acorta la vida de un fumador en 8 minutos y los fumadores tienen el doble de probabilidad de fallecer antes de los 65 años frente a las personas no fumadores. Además, este hábito produce el 25% de las muertes por tumores malignos o enfermedades cardiovasculares, mientras que un 50% de los fallecimientos por enfermedades respiratorias son también producidos en gran medida por esta adicción. Las patologías cardiovasculares y el cáncer en sus diversas tipologías son, de hecho, habitualmente condicionados por los hábitos de vida y el tabaco. Así, los cigarrillos no solo provocan tumores en el pulmón (el 88% de los cánceres de pulmón en el hombre y el 53% en las mujeres), sino que, como afecta al sistema cardiovascular, producen hipertensión, arterioesclerosis, tienen efecto sobre el cáncer de estómago, de colon, de hígado y también afectan de forma importante al aparato respiratorio, provocando enfermedades crónicas importantes como la EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica).
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Impacto sanitario y social
En 1954, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el tabaco como la primera causa de muerte precoz prevenible, y en 1960 el Servicio de Salud Pública de EEUU le apuntó como la principal causa del cáncer de pulmón.
Resulta, sin duda, difícil controlar una dependencia que ha sido durante tiempo socialmente admitida y que es capaz de generar importantes recursos económicos. El control del tabaquismo y la información sobre los daños que puede ocasionar constituye, sin embargo, uno de los medios más eficaces para mejorar la salud y, por lo tanto, debe ser un punto de atención primordial en la Salud Pública. El tabaco produce enfermedades invalidantes y que llevan a la muerte prematura dando lugar a un enorme coste sociosanitario y social. Además, no sólo afecta al fumador, sino que también tiene consecuencias graves en las personas de su entorno.
Tratamientos
Y ante este panorama, ¿qué podemos hacer? En el mercado existen multitud de tratamientos que son eficaces en función de la persona, cada fumador es diferente y en él intervienen factores fisiológicos y psicológicos con distintas intensidades. Acupuntura, láser, hipnosis, medicina alternativa… el abanico es casi infinito. Sin embargo, sólo tres están científicamente comprobados: los sustitutivos de la nicotina (parches o chicles), fármacos como el bupropion y la vareniclina en forma de pastillas junto al tratamiento de modificación de la conducta (terapia de grupo o individual). Eso sí, es imprescindible que el fumador quiera dejar de fumar y se comprometa a ello. En ese caso, debe consultar con su médico de familia, que le ayudará personalmente o le aconsejará acudir a un especialista. Cabe apuntar que las recaídas constituyen uno de los factores que hacen que sea difícil dejar de fumar (1/3 de los que dejan de fumar, recaen al año). Ser consciente de que existen estas recaídas es también una de las claves para conseguir el objetivo final.
Valentín Achotegui
Especialista en Neumología en IMQ