[entradilla]Un informe de la Organización Europea del Consumidor alerta de que la mayoría de los smartwatches para niños cuenta con importantes errores de seguridad.[/entradilla]
Cada día nuestros hijos e hijas tienen a su alcance más y más potentes juguetes electrónicos conectados a internet y al universo digital en general. Se los regalamos en su cumpleaños, como recompensa a buen curso académico o, ahora que se acerca la Navidad, puede convertirse también en el regalo estrella. Sin embargo, algunos, como los smartwatches, no parecen ser excesivamente beneficiosos para ellos por mucho que el regalo les satisfaga o por mucha paliza que nos den para que se lo compremos.
Hace unos días el Organismo de Regulación de Telecomunicaciones de Alemania, la Federal Network Agency, sorprendía prohibiendo la venta de los smartwatch para niños e instaba a sus padres a que destruyeran inmediatamente los que estuvieran en propiedad de los pequeños por considerar que atentan gravemente contra su privacidad. Algo que, más allá del divertimento, se vende habitualmente para favorecer su seguridad se convertía de esta manera en todo un peligro, precisamente por su baja seguridad.
Smartwatches para niños, ¿un peligro?
Smartwatches, vulnerables a los hackers
La prohibición es consecuencia de un informe de la Organización Europea del Consumidor (BEUC) que alertaba sobre el hecho de que una buena parte de estos relojes smartwatch no solo facilitan GPS, GSM, wifi o la posibilidad de hacer llamadas, algo muy útil para que los padres puedan hacer seguimiento de sus hijos, sino que vienen también acompañados de cámaras y micrófonos y, sobre todo, de importantes lagunas y errores de seguridad que hacen que los dispositivos sean vulnerables a los hackers.
Los piratas informáticos pueden no solo captar imágenes y conversaciones privadas de forma remota tanto de los propios niños como de quienes estén a su lado, sino también falsear la localización GPS para engañar a la familia y que no puedan saber dónde se encuentran en realidad sus hijos. Es incluso posible reconocer lo que se teclea y algunos modelos de smartwatch para niños ceden los datos recogidos de los menores a empresas de marketing o publicidad.
Ya a principios de 2017, la misma agencia alemana alertaba sobre una muñeca inteligente con wifi mediante la que un atacante no sólo podría escuchar a los menores, sino también comunicarse con ellos directamente.
https://youtu.be/Xoer_28U41k
Puestos a violar la intimidad, se ha detectado incluso que algunos padres han utilizado los smartwatch de sus hijos para espiar a sus profesores durante las clases, las conversaciones de cuadrilla de su retoño o sus relaciones sentimentales, algo sin duda también muy discutible cuando no directamente ilegal.
Smartwatches y datos de identificación
Los wearables representan un punto de unión de los datos y las personas, generando grandes cantidades de información e identificación personal. Captan, procesan y a menudo transmiten datos sobre nuestros hijos relacionados con su ubicación, sus actividades, sus movimientos... y hay que tomarse en serio las advertencias por mucho que la tentación llame a la puerta.
Los primeros aparatos eran herramientas de aprendizaje, pero su conexión a internet ha habilitado la posibilidad de descargas, actualizaciones y el intercambio de mensajes y fotografías, algo que debe movernos a reflexión.
Y lo por lo que se refiere a la salud ¿afectan los smartwatch a la salud de los más pequeños de las casa? Pues parece que también pueden generar una cierta ciberdependencia a edades muy tempranas, aumentar el nivel de ansiedad, el sedentarismo y el riesgo de aislamiento.
Smartwatches y salud
No todos son indudablemente desventajas en los wearables para menores. Empiezan a proliferar algunos de carácter médico que utilizan aplicaciones capaces de alertar sobre la muerte súbita en lactantes, de avisar sobre crisis epilépticas, caídas y riesgo de ahogamientos, o que cuentan con botón de pánico, entre otras útiles aplicaciones. La tecnología, ya se sabe, tiene siempre sus pros y sus contras y en el justo medio suele estar la virtud.