Es por todos sabido que mantener viva la llama del amor durante mucho tiempo es cosa difícil. Más aún en estos tiempos modernos en los que vamos todos tan estresados y hemos sido educados para disfrutar de la vida y no solo para luchar y aguantar, como en tiempos anteriores. Por eso cada vez más parejas se separan (en Euskadi el 20% en los primeros 5 años). Cuando una relación entra en crisis, podemos acudir a terapia de pareja, un recurso que ha probado claramente su eficacia con en torno a un 70% de casos que refieren haber mejorado mucho con el tratamiento.
La terapia de pareja puede durar de 6 a 9 meses, pero muchas veces se abandona antes de tiempo
El problema es que hay que hacerlo. La terapia de pareja puede durar de 6 a 9 meses, pero muchas veces se abandona antes de tiempo; normalmente porque uno de los miembros ya ha tomado la decisión de separarse y ha acudido para tener la conciencia tranquila de haberlo “intentado todo”, o porque la relación está tan deteriorada que la pareja no ve ninguna esperanza de arreglarse. Por eso hay que acudir a terapia antes de que sea demasiado tarde y cuando el alejamiento o el rencor no es tan grande como el amor o las ganas de mantener un proyecto común.
Por otro lado, cuando es uno de los dos cónyuges el que tiene un problema que está afectando a la relación de pareja (celos, adicciones, depresión…), se recomienda una terapia individual para tratar dicho asunto.
¿En qué consiste la terapia de pareja?
Durante la terapia conjunta se analiza la historia de la pareja y las diferentes dificultades que ha ido viviendo desde el origen para entender cómo ha llegado a la situación actual. El aburrimiento, la llegada de los hijos, el estrés laboral, problemas económicos, la relación con las familias de origen, infidelidades, distintos planes de vida o problemas en la sexualidad… suelen ser los motivos más habituales por los que las parejas se van deteriorando.
Además, en el trabajo de terapia se busca mejorar la comunicación para fomentar la empatía y llegar a comprender al otro, aprender a discutir, tomar decisiones, pactar, perdonar, etc.
También es importante analizar patrones de interdependencia patológicos que al principio funcionan bien pero a la larga se enquistan y generan sufrimiento (autoritario-sumiso, idealizado-denigrado, seguro-inseguro, cuidador-necesitado, fuerte-débil…) y los apegos complicados y valores educacionales que cada uno trae de su propia familia, ya que inevitablemente van a ponerse de manifiesto en el matrimonio y la crianza.
Es fundamental también ver qué aspectos de nuestra personalidad están afectando a la relación de pareja para saber por dónde podemos mejorar. El ser excesivamente exigente o pasota, narcisista o inseguro, sociable o retraído, activo o parado, atrevido o cauteloso, etc… condicionará las discusiones y el alejamiento emocional de los cónyuges.
E igualmente entender cada uno que hay algunos aspectos del otro que nunca va a poder cambiar y, por lo tanto, tiene que aceptarle tal como es.
Si los miembros de la pareja hacen el esfuerzo de transitar por este a veces duro camino que es la terapia pueden llegar a mejorar en sus problemas y continuar juntos y felices por mucho tiempo.
¿Y si el amor se acaba pese a todo?
En el caso de que la pareja haya decidido definitivamente separarse también es recomendable hacer unas cuantas sesiones para poder hacerlo de la forma lo más civilizada y amistosa posible ya que, como sabemos, esas situaciones son a menudo fuente de fuertes conflictos que pueden generar un rencor de por vida, y eso sí que es una auténtica pena. A veces el amor se acaba y tampoco hay por qué hacer un drama de ello sino entenderlo como algo normal en la vida y seguir buscando nuestro camino a la felicidad.
Juan Uribe
Psicoterapeuta de IMQ AMSA