Tomar el sol de forma excesiva o sin la crema adecuada puede provocar envejecimiento de la piel, manchas e incluso cáncer. Tan rápido como llega el verano, comienzan las campañas de concienciación para prevenir los estragos que puede producir el sol en la piel. Dentro de estos daños, destacan los que ocasionan las radiaciones ultravioletas A (UVA) y B (UVB), división que se hace en función de sus respectivas longitudes de onda. Unos y otros tienen diferentes efectos sobre la piel, que van desde pequeñas lesiones como su enrojecimiento y resecamiento, a consecuencias más graves como los melanomas.
Y es que el astro rey es indispensable para la vida, pero entraña riesgos. Los rayos UVB que emite son los responsables de la síntesis de la vitamina D en la piel, que interviene de manera importante en la fijación del calcio en los huesos. Para obtener este beneficio es suficiente con pasear entre 10 y 20 minutos en manga corta. No está justificado exponer superficies del cuerpo muy extensas ni durante mucho tiempo.
Las radiaciones ultravioleta que recibimos al tomar el sol tienen otras propiedades más conocidas. Una exposición prolongada al sol provoca que la epidermis se defienda formando pigmentos, es decir, poniéndose morena. Sin embargo, cuando se recibe una gran cantidad de UVB sin la protección adecuada se producen quemaduras que, a la larga, pueden favorecer la aparición de manchas en la piel, envejecimiento prematuro de la misma y hasta cáncer.
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En cuanto a los rayos UVA, no tienen capacidad de quemar la piel ya que llegan más atenuados a la superficie terrestre. Si bien es cierto que su exceso –por ejemplo, en los solariums– favorece la aparición de manchas y arrugas y contribuye a potenciar los efectos negativos de los UVB.
Señales de alarma ante el cáncer de piel
Una de las características de la piel es que tiene memoria, así que las quemaduras se van acumulando desde la infancia y sus consecuencias pueden aparecer en la edad adulta incluso aunque la persona lleve varios años sin tomar el sol. El efecto más grave es el cáncer de piel, que es uno de los más frecuentes en el cuerpo humano. El más habitual es el carcinoma basocelular –se da sobre todo en cara, nariz y frente–, que crece muy lentamente. Por ello, si aparecen lunares o manchas que aumenten de tamaño, sangren o no se curen entre uno y dos meses, hay que pedir cita con el especialista.
Menos frecuentes, pero más graves, son los carcinomas espinocelulares y los melanomas. En estos casos, si no se diagnostican a tiempo pueden provocar metástasis y comprometer la vida del paciente. Con respecto a los melanomas, se aconseja consultar cuando aparezcan lesiones pigmentadas que crezcan, cambien de forma y color o sangren sin ningún traumatismo que lo justifique.
Según los datos del registro de cáncer de Euskadi, la incidencia del melanoma casi se ha triplicado en el País Vasco en los últimos 25 años. No obstante, los porcentajes de curación han mejorado de manera ostensible porque se diagnostican en una fase cada vez más temprana. La mayoría de estos tumores se curan extirpándolos en el quirófano.
ABCD de los melanomas
Esta son las cuatro características básicas que distinguen un melanoma:
Asimétrico
Una mitad del lunar no coincide con la otra.
Borde desigual
Los bordes son irregulares y poco definidos.
Color no homogéneo
Dentro de la mancha hay distintos tonos de un mismo color.
Diámetro amplio
El diámetro del lunar es superior a 6 milímetros.
A la hora de tomar el sol, siempre con filtro solar
El uso habitual de filtros solares constituye uno de los elementos más importantes para defendernos de los efectos negativos del sol. El número que aparece en el envase muestra la capacidad de proteger la piel de los rayos UVB, pero a partir del índice 20 no existen muchas diferencias al respecto, por lo que en la práctica es mejor utilizar un filtro solar con un índice de protección 50 ya que como tendemos a aplicarnos menores cantidades que las aconsejadas estaremos mejor protegidos que con factor 20.
A la hora de tomar el sol, los especialistas recomiendan:
- no tomar el sol de 12.00 a 16.00,
- aplicar abundante crema media hora antes de exponerse al sol
- repetir cada 2-4 horas, tras una sudoración excesiva o después de un baño prolongado.
Tampoco conviene olvidar que los días nublados de primavera y verano también hay que protegerse, ya que las nubes no frenan del todo la llegada de radiaciones ultravioletas.
Jesús Gardeazabal
Especialista en Dermatología de IMQ