Dermatología en IMQ
El incidente protagonizado por Will Smith y Chris Rock en la última gala de los Oscar puso de manifiesto el impacto emocional de la alopecia areata en nuestros pacientes y su entorno.
El cuidado del cabello es un tema trascendental desde tiempos inmemoriales. Si buceamos en la historia, descubrimos que lucir un buen pelo iba más allá de la estética: confería poder en el antiguo Egipto y en la antigua Grecia; había tantos tipos de pelucas como estatus sociales.
¿Hemos avanzado al respecto? Darwin nos regaló la evolución, y hoy en día, nuestro estatus es independiente de nuestro cabello y nuestra belleza va más allá de su presencia. El valor está en la capacidad de elección y su respeto.
A Jada Pinkett-Smith, su alopecia areata le ha condicionado a lucir su cabeza desnuda y, aunque ello no le reste belleza, deja una huella emocional que debemos cuidar.
Qué tipos de alopecia existen y cómo tratarla
¿Quiénes cuidamos del cabello? Somos los tricólogos, los dermatólogos especialistas en pelo, los que diagnosticamos y tratamos toda patología capilar. A continuación se exponen unas pinceladas de los diferentes tipos de alopecia que presentan las mujeres y cómo podemos abordarlos.
1. Alopecia areata
La alopecia areata es la tercera causa de alopecia en mujeres tratada en nuestra consulta. Afecta a un no desdeñable 2% de la población, principalmente infancia y adultos jóvenes, y se asocia una base genética, por lo que si se tiene un familiar de primer grado afectado, se puede padecer con mayor frecuencia.
Al ser una enfermedad autoinmune, es nuestro propio sistema inmunitario el que reacciona contra la raíz del pelo, causando su inflamación y posterior desprendimiento agudo y alarmante. Los motivos que desencadenan esta reacción autoinflamatoria no están del todo claros, aunque varios estudios recientes apuntan a que toda patología de esta índole se relaciona con el cuidado de nuestra microbiota intestinal.
Veamos cómo podemos detectarla. La caída brusca de pelo puede centrarse en una o varias zonas del cuero cabelludo, generándose una o varias placas circulares sin pelo. Si se pierde el pelo en todo el cuero cabelludo, se conoce como alopecia areata total y si afecta a todo el cuerpo se denomina alopecia areata universal.
Su diagnóstico es de vital importancia, ya que, al ser una patología autoinmune, es necesario descartar otras enfermedades del sistema inmunitario asociadas, como las enfermedades tiroideas, la enfermedad celíaca o la artritis reumatoide.
Su abordaje terapéutico depende del patrón y extensión de la alopecia areata y de las condiciones individuales de cada paciente. Teniendo siempre presente la dieta antiinflamatoria que cuide de nuestra microbiota intestinal, podemos tratarla con infiltraciones o pulsos de corticoides, minoxidil, inmunoterapia, láser fraccionado no ablativo, inmunosupresores o los inhibidores de la vía JAK. Y aunque disponemos de un amplio arsenal terapéutico, en muchas ocasiones no alcanzamos la repoblación. En estos casos y en espera de futuros avances al respecto, el trabajo y apoyo emocional en la aceptación es esencial.
2. Efluvio telógeno
El efluvio telógeno se ha convertido en la primera causa de caída en nuestra consulta desde que se iniciara la pandemia de COVID-19. Tanto tras la infección sintomática o asintomática como tras la vacunación, se ha objetivado un efluvio telógeno más intenso, alarmante y precoz, pasado un mes de la noxa.
En el tiempo anterior a la pandemia, las causas de efluvio más frecuentes habían sido el déficit de hierro, el déficit de vitamina D, las alteraciones tiroideas, el postparto, una infección, una intervención quirúrgica o una situación de estrés emocional.
¿Su consecuencia? La raíz del folículo piloso detiene su ciclo de crecimiento y se desprende de forma aguda (si su duración es inferior a 6 meses) o crónica (si persiste en el tiempo).
La buena noticia es su recuperación exitosa al corregir las causas y al alargar la fase de crecimiento del pelo con minoxidil, plasma rico en plaquetas (PRP) y/o micropunciones.
3. Alopecia androgénica
La alopecia androgénica constituye la segunda causa de pérdida de densidad capilar en mujeres. De su etimología se deducen sus causas: “andro”, que significa “varón”, y alude al ámbito hormonal, y “génica”, que hace referencia a “genética”.
Así, se debe realizar un estudio hormonal si se presentan otros signos que orienten su alteración, como por ejemplo, mayor cantidad de vello facial o una alopecia muy avanzada o de rápida evolución. Esto nos permitirá descartar enfermedades ováricas, suprarrenales o hipofisarias que requerirían un tratamiento individualizado.
¿Es posible en estos casos recuperar la densidad perdida? Disponemos de múltiples opciones terapéuticas, como el minoxidil tópico u oral; los antiandrógenos como el finasteride, el dutasteride o la espironolactona; las micropunciones, el plasma rico en plaquetas y el láser fraccionado no ablativo. El inicio precoz de la terapia es crucial para revertir el proceso.
4. Alopecia frontal fibrosante
La alopecia frontal fibrosante es la cuarta en prevalencia. Es una alopecia autoinmune sobre una predisposición genética, una influencia hormonal (estrógenos) y/o ambiental (la exposición a determinados cosméticos que actuarían como disruptores endocrinos).
La inflamación folicular se centra principalmente en la zona frontal y en las sienes, y evoluciona a su cicatrización, con el consecuente retraso en la línea de implantación frontal del pelo.
Su abordaje terapéutico ha de ser precoz para evitar su progresión a la cicatrización e individualizado en función de su presentación clínica. Se emplean en estos casos antiinflamatorios como los corticoides tópicos o infiltrados, o la hidroxicloroquina, el minoxidil oral, los antiandrógenos como el dutasteride y el plasma rico en plaquetas para recuperar la piel cicatrizada.
Tener claridad sobre las principales causas de caída y la necesidad de su diagnóstico y abordaje precoz por un dermatólogo tricólogo experto, es la clave del éxito.
Como colofón, se puede apuntar que un evento relacionado con el séptimo arte dio mayor visibilidad a una patología con limitaciones terapéuticas. La ciencia seguirá avanzando en el desarrollo de nuevas líneas de abordaje exitosas para los pacientes y la humanidad crecerá en su cuidado emocional, en la esencia de la palabra en sí misma.