Psicóloga del Centro IMQ Amárica
Con las restricciones con respecto al número de personas en las reuniones y los confinamientos perimetrales motivados por la pandemia nos vemos en la obligación de ser más selectivos que nunca a la hora de quedar con amigos y amigas. Esta situación excepcional puede ser una buena oportunidad para valorar qué amistades nos resultan constructivas y positivas y cuáles son tóxicas.
Sin embargo, no podemos juzgar a priori si una relación es saludable o tóxica por sí misma. Son las personas implicadas las que han de determinar cómo se sienten dentro de esa relación. En función de sus sentimientos, tienen que determinar si dicha relación les resulta beneficiosa o no.
Lo interesante es educar en inteligencia emocional al ser humano; de esta manera podremos percibir qué personas nos aportan bienestar a nuestro ser y cuáles no, aprendiendo a respetar las necesidades que él o ella tiene.
Tres preguntas para reconocer una amistad tóxica
En este sentido puede ser importante reflexionar sobre tres preguntas que nos pueden ayudar a pensar sobre la naturaleza de una relación:
- Cuando estoy con esa persona, ¿me fuerzo a ser de una manera diferente a la mía?
- ¿Estar junto a esa persona me provoca hacer cosas que no me gustan o con las que me siento incómodo o incómoda?
- ¿Suele ser difícil expresar mi opinión o se juzga todo lo que emito?
Respondiendo con sinceridad, en caso de que sientas que los puntos anteriores se dan en tu relación, sería interesante que valorases qué es lo que te hace seguir junto a esa persona y analizar si es un motivo lo suficientemente significativo para ti como para asumir todo el malestar asociado que te genera.
Cómo actuar ante una relación tóxica
Si esa persona es muy significativa para ti, trata de mantener una conversación con ella en la que le traslades cómo te sientes a su lado, intentando encontrar una mejora en esos sentimientos. Si consideras que no es posible tener esa conversación o que la persona no empatiza con lo que le estás transmitiendo, deberás tomar una decisión: seguir junto a esa persona asumiendo cómo será vuestra relación o decidir acabar con ese vínculo con el fin de preservar tu bienestar.
Coronavirus: amistad y miedo al contagio
Por otro lado, en este contexto pandémico, las personas nos estamos enfrentando a un dilema emocional diario: por un lado, el deseo de estar con personas significativas para nosotros y nosotras y, por otro lado, el miedo a ser contagiados o contagiar a esas personas tan queridas. Esta situación está generando altos niveles de ansiedad para muchas personas.
Un aspecto imprescindible es respetar el ritmo que lleven otras personas de nuestro entorno. El miedo es libre y tenemos que respetar la evolución que cada persona puede llevar. Además, se pueden buscar contextos en los que la mayor parte de las personas se sientan seguras, para poder relacionarnos con mayor tranquilidad, como espacios abiertos y amplios; es decir, lugares que las personas con mayor angustia se sientan más cómodas y se disfrute del tiempo en común.
Confinamiento, nuevas tecnologías y amistad
Las nuevas tecnologías han sido y son un recurso muy importante para poder llevar una mejor gestión emocional del confinamiento, ayudando a prevenir el sentimiento de soledad. Un buen uso de las nuevas tecnologías puede facilitar a muchas personas el acercamiento a las interacciones sociales, sin que pasen a ser un sustituto del canal de comunicación presencial. No obstante, si en tu entorno hay personas que tienden a emplear la tecnología como canal exclusivo de comunicación, sería interesante que se pusieran en contacto con un profesional para identificar el motivo.
La amistad, ¿es importante para la salud emocional de las personas?
Rotundamente sí, los vínculos afectivos son muy importantes para el ser humano. Según la pirámide de Maslow, psicólogo famoso por hablar de las necesidades humanas, la necesidad de la afiliación o vinculación (en la que se incluye la amistad) es el tercer escalón de nuestras necesidades para el crecimiento personal. Somos animales sociales que necesitan tener un sentimiento de pertenencia y los vínculos afectivos nos ayudan a fomentar este sentimiento, reduciendo la percepción de soledad y fortaleciendo el apoyo emocional entre seres humanos.