‘Doctor, ¿qué voy a hacer yo mientras me operan? Me voy a aburrir’. Esta pregunta real, lejos de preocupar, produce satisfacción en los anestesistas. Estos interrogantes en pacientes normales implican que saben que se les va a someter a un proceso seguro, indoloro y que va a estar confortable. La anestesia puede ser general o regional. Las primeras son aquellas en las que el o la paciente duerme y no reacciona al dolor. Pueden ser con ventilación espontánea, en las cuales respira de forma autónoma, o requerir ventilación asistida con un respirador artificial, precisando intubación, y una gran variedad de medicamentos, así como una monitorización tan avanzada y exhaustiva que hace que el quirófano parezca una cabina de avión.
En las anestesias regionales se insensibiliza una parte del organismo. Se puede actuar sobre el sistema nervioso central, como en la anestesia epidural o las raquianestesias, o sobre el sistema nervioso periférico bloqueando plexos o nervios, tanto en extremidades como a la altura de la pared abdominal o torácica.
En ambos casos, la evolución ha ido en consonancia con el desarrollo tecnológico desde el inicio de la especialidad, hace más de cien años. La primera gran batalla fue la de la supervivencia. En los años 50 se moría por causas relacionadas con la anestesia una persona de cada 2.000 operaciones. Hoy en día la mortalidad es de una por cada 300.000.
El siguiente reto fue la cirugía sin dolor. En la actualidad, se utilizan drogas 100 veces más potentes que la morfina y se están realizando bloqueos nerviosos ecoguiados junto con la anestesia general para combatir el dolor postoperatorio en todo tipo de cirugías. Otro campo donde se ha mejorado es el del confort en el quirófano, donde se cuidan los ruidos, la temperatura del paciente, etc.
Preoperatorio, ¿en qué consiste?
Sin duda, la consulta de preanestesia resulta fundamental para entender en qué consiste la anestesia, cuáles son los riesgos y cuál es la mejor técnica que se puede aplicar en cada caso. El anestesiólogo revisa la historia clínica de la persona enferma, las pruebas complementarias y, si es preciso, consulta a otros especialistas como el de cardiología. El objetivo del preoperatorio es también optimizar el estado clínico del paciente, por ejemplo, cambiando algunas pautas medicamentosas.
Un tema que preocupa a quienes van a someterse a una intervención quirúrgica es si se despertarán en mitad de la operación. La respuesta es que sí es posible, pero raro. Ocurre en menos de una de cada mil anestesias generales. En este sentido, un sistema que mide las ondas electroencefalográficas en tiempo real y mediante un complicado algoritmo da un índice biespectral con un valor de 0 a 100 que estima la profundidad del sueño. De esta forma, se ajusta la cantidad de anestesia a cada persona, una buena manera de disminuir efectos adversos como náuseas, vómitos o el retardo en el despertar.
Anestesia fuera de quirófano
La anestesia es cada vez más solicitada para pruebas diagnostico-terapéuticas fuera del quirófano. El ejemplo más común son las endoscopias digestivas. Para evitar el dolor se administran habitualmente fármacos anestésicos a bajas dosis convirtiendo una prueba dolorosa en una experiencia más o menos agradable. Siguiendo las recomendaciones europeas en seguridad en pacientes en IMQ todas las endoscopias se realizan bajo la supervisión directa de un o una especialista en Anestesiología. Es la forma de obtener las mayores garantías tanto en confort como en seguridad.
Dr. Jose Luis Alcíbar Gallego
Especialista en Anestesiología y Reanimación de la Clínica IMQ Virgen Blanca