Llegan los cambios de estación y parece que el cuerpo nos pesa más, nos falta la energía y sentimos que estamos algo más nerviosos de lo habitual. Estas sensaciones se notan especialmente cuando el cambio es más brusco, al pasar del frío al calor o al revés. La astenia es el término que define ese estado de debilidad, esa sensación de fatiga física y mental que sufrimos de manera episódica y muchas veces no sabemos ni por qué. En concreto, hoy hablaremos de la astenia primaveral, cuáles son síntomas y cómo combatirla.
La palabra astenia proviene del griego: a-stenia, “a” como prefijo de negación y “stenia” de sthénos, que significa fuerza. Literalmente, pues, significa no tener fuerza. Es más, en inglés, en lugar de utilizar el término griego, para referirse a este estado directamente se usa la palabra weakness, que no es ni más ni menos que “debilidad”.
¿Qué es la astenia?
En principio, definimos astenia como cansancio o fatiga. Se refiere a una sensación que nos afecta fisiológica y mentalmente. En la mayoría de casos se trata precisamente de una sensación, tiene un origen psíquico.
Las causas de la astenia, en realidad, pueden ser diversas. Algunas situaciones de estrés, el padecer ciertas enfermedades crónicas o los efectos de determinados medicamentos pueden provocar astenia. Sin embargo, por lo general, popularmente se ha asociado la astenia a los cambios de estación.
Astenia primaveral
El paso del invierno a la primavera es el cambio estacional más radical que sufrimos a lo largo del año. Las temperaturas más cálidas y los días más largos exigen de nosotros una energía extra que para muchos no es fácil obtener “de buenas a primeras”.
La astenia primaveral se produce porque nuestro cuerpo se intenta adaptar a una nueva situación medioambiental que provoca cambios en nuestra rutina.
También sentimos este periodo de adaptación en el paso del verano al otoño, y por eso se habla de astenia otoñal, pero es el cambio más brusco se produce del invierno a la primavera y es ahí cuando más gente lo nota. Prácticamente la mitad de la población sufre en mayor o menor medida la astenia primaveral.
Síntomas de la astenia primaveral
A la hora de definir qué es la astenia primaveral es difícil hablar de patología. De hecho, hay quien piensa que ni siquiera existe, que es un mito. Lo cierto es que, sea una enfermedad o no, lo que es innegable es que los síntomas que se asocian con la astenia en el cambio de estación existen.
Los más frecuentes son:
- Sensación de cansancio, de malestar general
- Falta de energía
- Nerviosismo
- Dificultad para conciliar el sueño
- Falta de concentración
- Pérdida de la libido
En resumen, y hablando en plata, la astenia primaveral es lo que viene siendo “estar de bajón”. Ahora bien, por los síntomas que provoca, es común confundirla con patologías que son más graves.
La astenia no es lo mismo que un Trastorno Afectivo Estacional (depresión que se acentúa en invierno o en verano), y tampoco debe confundirse con la depresión, la fatiga crónica o la fibromialgia. Pese a que comparten síntomas, en una depresión, por ejemplo, son comunes los sentimientos de desesperación o los episodios de llanto incontrolado; en la fatiga crónica la sensación de cansancio es permanente y se suman los dolores de cabeza o el insomnio; y en la fibromialgia se producen varios puntos focalizados de dolor al mismo tiempo. En resumen, cada una de estas patologías presenta síntomas adicionales que no se dan en la astenia primaveral.
En cualquier caso, la astenia primaveral es transitoria, apenas debería durar unos días o un par de semanas, como mucho. Si los síntomas persisten más de 20 días, es recomendable visitar al médico.
¿Cómo combatir la astenia primaveral?
Un elemento muy importante en la prevención de la astenia primaveral es precisamente ser consciente de su existencia. Saber que es normal sentir cansancio cuando llega la primavera, nos ayudará a darle la importancia justa y actuar en consecuencia.
En un caso típico, para prevenir o combatir la astenia primaveral nos centraremos en tres grandes ámbitos de nuestra vida:
- la dieta,
- el descanso
- la actividad física.
La alimentación nos puede ayudar mucho a mantener a raya los síntomas de la astenia. Hay quienes recurren a los suplementos vitamínicos o productos como el ginseng o la jalea real, que dan energía, pero es más importante asegurarnos de que tomamos ciertos alimentos y evitamos otros que buscar remedios adicionales.
Por ejemplo, las bebidas excitantes o la cafeína no te van a ayudar a aplacar los nervios y dormir bien por la noche. Sin embargo, el agua, mantenerte hidratado, es fundamental para evitar la fatiga mental. Evita las comidas copiosas, que te harán sentir todavía más cansado en la sobremesa, y consume alimentos frescos.
Organizarnos ante el cambio horario nos será de gran ayuda. Asegúrate de que reservas el tiempo suficiente para dormir; márcate unas horas y cúmplelas. Nada de mirar pantallas al menos una o dos horas antes de irse a dormir, así evitarás que tu cerebro se active demasiado antes de tener que descansar.
Para dormir mejor, realiza ejercicio durante el día. A veces, simplemente con parar de vez en cuando y darse varios paseos a lo largo del día, introducir rutinas en las que tengas que caminar o hacer deporte durante al menos media hora, te servirá para conseguir dos objetivos: sentirte mejor anímicamente y descansar por la noche.
Rosario Cal Montes
Especialista en Medicina General del Centro Médico IMQ Colón