La permanente sobreexposición a las pantallas que padecemos en nuestra vida cotidiana constituye ...
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Una buena autoestima en la infancia es necesaria para una normal evolución y para manejar los retos que nuestros hijos e hijas encontrarán a cada paso de su vida. Sin embargo, en algunos casos esta valoración subjetiva de sí mismos es negativa, lo que puede conllevar repercusiones importantes en su desarrollo personal y psicosocial.
La autoestima es la valoración que cada persona hace de sus cualidades y capacidades. Muchos factores influyen para que se construya una autovaloración pobre y limitada, algo que, sin duda, socava tanto el potencial futuro de un niño como su salud mental.
Los niños y niñas con baja autoestima se tienden a mostrar desanimados y desmoralizados. En este sentido, dan más importancia al lado negativo de cada situación y rara vez esperan que se produzcan resultados positivos. Además, no son capaces de superar las dificultades y se sienten derrotados con facilidad.
El miedo es un sentimiento muy frecuente ante una nueva actividad o al interactuar con personas extrañas. Temen hacer el ridículo o cometer errores, se angustian ante la posibilidad de recibir críticas o rechazo y tienden a aislarse. Por otra parte, si ocurren estas situaciones, no saben cómo manejarlas y se sienten muy afectados.
Una baja autoestima lleva a niños y niñas a percibir sus defectos e incapacidades como rasgos muy importantes. De hecho, gestionan con dificultad sus errores y se los reprochan continuamente. En muchas ocasiones, aparece un perfeccionismo exagerado para compensar estos sentimientos. De este modo, intentan evitar cualquier equivocación y hacerlo todo de manera impecable.
La necesidad de agradar y la inseguridad a la hora de tomar decisiones son dos sentimientos muy intensos. Por esta razón, los niños y adolescentes con baja autoestima esperan que otras personas decidan por ellos. De la misma manera, para obtener aceptación muchas veces se dejan maltratar o manipular.
Estos niños temen acercarse a los demás porque se exponen al rechazo. Les cuesta socializar y se comunican de una manera inadecuada, lo que les dificulta establecer nexos. Por otra parte, tampoco saben cuándo ni cómo poner límites si sufren una agresión o crítica.
La autoestima es algo que se construye de forma progresiva, como un edificio, pero este proceso puede fallar. Son varias las causas que pueden provocar una autovaloración negativa:
• Expectativas muy elevadas por parte de los adultos.
• Una educación autoritaria o sobreprotectora.
• Experiencias negativas (acoso escolar, exclusión social, etc.).
• Demostraciones de afecto y aprecio deficientes dentro de la familia.
• Pérdida de un ser querido.
• Abuso emocional, físico o sexual.
Una autovaloración negativa nos hace más vulnerables a enfermedades físicas y mentales. El comportamiento de los niños con baja autoestima presenta señales características, como ansiedad y síntomas como los que verás a continuación:
• Evitar las experiencias nuevas.
• Abandonar lo que se empieza ante la primera dificultad.
• Mentir o hacer trampa cuando se cometen errores.
• Actuar como un niño de menor edad.
• Aislamiento social.
• Cambios de humor, como llanto o tristeza repentinos.
• Inventar excusas para justificar los fracasos.
• Bajo rendimiento escolar.
• Comentarios despectivos respecto a su persona.
• Desconfiar de los elogios.
• Ser muy sensible a las críticas.
Para fomentar la autoestima, la actitud de los padres y el trato que dispensan a los hijos son fundamentales.
Condenar sistemáticamente las acciones y conductas va creando en el niño o niña una valoración negativa. Hay que hacerlo solo cuando sea realmente necesario. Las etiquetas suelen ser muy lesivas, tanto las positivas como las negativas, ya que encasillan y limitan la conducta y la propia imagen.
Cuando surge un problema, hay que comunicarse de una forma eficaz. Escuchar lo que quiere decir es fundamental para comprender lo que pasa, pero la escucha activa va un poco más allá, pues requiere que te esfuerces en hacer saber al niño que lo comprendes y lo apoyas.
Los premios y los castigos que se utilizan como único recurso educativo son simples condicionamientos para modificar malos hábitos. Con ellos solo conseguirás un cambio superficial. Lo esencial es persuadir al niño para que cambie su percepción de las cosas y aprenda habilidades. Es preferible comunicar tus opiniones y explicar las consecuencias de las conductas, sean positivas o negativas.
La autoestima en los niños y niñas se construye paso a paso, y también puede mejorarse cuando es baja. Es fundamental para su salud física y mental que se valoren, se quieran y sepan que hay un lugar para ellos en el mundo.
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