Claves para trabajar la autoestima

La palabra autoestima es algo que se escucha y que está muy presente en la sociedad. Branden (1994) la definió como “la disposición a sentirse competente para hacer frente a los desafíos básicos de la vida y sentirse merecedor de la felicidad construyendo un bienestar psicológico”.

Es innegable reconocer que la percepción sobre nosotros mismos no siempre es estable, unas veces te sientes bien y otras no. Pero sí que es cierto, que son pocos los que tienen de verdad una buena percepción del valor de sí mismo como persona, es decir, que se quiera, se acepte y se valore con sus cualidades y sus defectos, de forma que se refleje en la realidad sin máscara ninguna. Pero, ¿por qué nos pasa eso?

La autoestima al construirse junto a las experiencias vitales y al relacionarse con todo lo que pensamos y hacemos, la valoración y percepción propia está condicionada por factores externos (cultura, estereotipos y roles, perfección…) e internos (diálogo interno…). Vivimos en una sociedad con obstáculos que desencadenan en prejuicios, estereotipos negativos…elaborando una valoración crítica de comparaciones, y, además, si eso no fuera poco, somos los mayores críticos propios, muchas veces hablándonos de manera despectiva influyendo directamente en la autoestima.

Por lo tanto, si el cristal de la ventana por donde miramos la vida está limpio todo lo vemos más claro, de manera más positiva, si no, todo lo vemos más oscuro, de manera más negativa.

Los 4 pilares de la autoestima

Cuando hablamos de autoestima, hablamos de los 4 pilares relacionados con ella, como son el autoconcepto, la autoimagen, el autorreforzamiento y la autoeficacia.

El autoconcepto se define como el conjunto de características que definen la manera de vernos a nosotros mismos relacionado con las creencias propias que tenemos de esas ideas que nos definen, no solamente físicamente, si no en global.

Más relacionado con la imagen física y estética, está el segundo pilar, la autoimagen, la que valora si nos gustamos o no. Pero, no hay que olvidar que la belleza es una actitud propia, y nosotros mismos somos los que nos validamos, no los demás, ya que la autoimagen se ve afectada por las comparaciones innecesarias.

Si nos sentimos bien, nos daremos más gustos, el autorreforzamiento será mayor, ya que se define como la manera en que nos hablamos y nos tratamos.

Y por consecuencia, la autoeficacia se verá afectada positivamente, ya que creeremos en nosotros y tendremos más autoconfianza, y tendremos una mayor satisfacción con nuestra vida cotidiana.

El último juez de la propia conducta somos nosotros mismos, por ello, está en nuestras manos generar creencias propias positivas.

7 claves para trabajar nuestra autoestima

El punto de partida es creer en el cambio y en nosotros mismos, decidir cambiar esos pensamientos y desaprender lo aprendido que tanto sufrimiento nos genera. Para ello es importante:

1. Estar atentos a la forma de hablarnos, para poder hablarnos de manera positiva y comprendernos. Modificar el diálogo interno.
2. Encontrar tiempo para nosotros mismos, cuidarnos (físicamente y mentalmente) y no ponernos en último lugar.
3. Aceptarnos con lo que nos gusta y lo que no, reforzando lo que nos gusta.
4. No compararnos con los demás.
5. Creer en nuestras capacidades y no necesitar aprobación de los demás.
6. Recordar los logros obtenidos y buscar nuevas metas realistas.
7. Aprender a perdonarnos, ya que todos cometemos errores, y que nos sirvan como aprendizaje.

¡Hay que empezar a vernos con otros ojos!

Diferencia de autoestima entre hombres y mujeres

La disparidad en la autoestima de hombres y mujeres es el resultado de factores externos relacionados con la desigualdad de género, por suerte cada vez menor. Los roles o estereotipos sociales y las influencias culturales juegan un papel fundamental en esta diferencia.

A las mujeres se nos inculcan unos roles diferentes a los de los hombres, partiendo de una valoración social menor, ese sentimiento de inferioridad en ciertos aspectos influye en la manera de pensar, actuar y valorarse, teniendo una menor autoconfianza. Pero, hay que decir que en varios estudios se ha concluido que esa diferencia de autoestima no es significativa.

La importancia de una buena autoestima de cara a relacionarse

En términos generales, quererse a sí mismo nos facilita la satisfacción con las relaciones sociales, ya que, al respetarnos, atendernos y valorarnos, esa seguridad la trasladamos a la otra persona y condiciona la manera de estar y actuar. Vivimos de forma libre, sin miedos y expresando los deseos, siendo uno mismo sin ataduras.

Por el contrario, cuando no nos queremos nos sentimos vulnerables, dependemos más de los otros, nos asaltan los miedos y tenemos dificultades para tomar decisiones y poner límites, sintiéndonos inferiores a la persona que tenemos al lado.

En consecuencia, si gozamos de un buen amor propio, ganamos seguridad y construimos relaciones positivas y sanas, aunque la relación también estará influenciada por la autoestima del otro, y los estilos de apego y comunicación.

Falsa autoestima

Todos, en mayor o menor medida, tendemos a no mostrar ciertos aspectos de nosotros hasta crear un vínculo más cercano para ser capaces de compartirlo, pero tenemos que ser conscientes de ello y no crear una falsa autoestima.

No es raro encontrar a personas que hablan o actúan en base a lo que los demás esperan, teniendo una máscara para ocultar cómo son o se sienten de verdad, tratando de engañar mediante ese mecanismo de defensa, aparentar algo que no son, ya que a los únicos que engañan es a ellos mismo.

Esta falsa autoestima, la generamos pensando que si actuamos tal y como nos sentimos o somos saldrán a la luz nuestras inseguridades y nos sentimos vulnerables ante los demás. Pero, tenemos que pensar que todos somos perfectos en nuestra propia imperfección.

Cómo educar a nuestros hijos e hijas para que tengan amor propio

El amor propio se empieza a formar desde la infancia, por un lado, gracias al sistema de seguridad que nos transmiten nuestras principales figuras de apego, y, por otro lado, gracias a las representaciones mentales que construimos en torno a dichas interacciones. Por lo tanto, está formado por factores internos como son las creencias, ideas… que vamos generando durante el desarrollo evolutivo, y factores externos, como son la cultura, las experiencias y los mensajes recibidos del entorno.

Es fundamental desde bien pequeños educar y enseñar a los niños a que se quieran tal y como son, prestando atención no sólo a las dificultades sino, sobre todo, reforzando los recursos, las fortalezas internas y las virtudes, para que se nutran en la importancia de la aceptación.

Además, es necesario trasladar seguridad y confianza para que se afiancen de manera estable y segura, mediante la protección y libertad, con normas y límites siempre desde una forma constructiva. Aceptar sus sentimientos y pensamientos, dando valor personal, y mostrar interés con una escucha activa expresando cariño y amor, además de reconocer sus logros y dando mayor importancia a lo positivo que a lo negativo.

De esta manera, se refuerza la aceptación, la valoración y la autonomía de la persona creyéndose importantes en su vida, lejos de una educación de abuso, dependencia emocional y sufrimiento.

Si quieres saber más sobre salud emocional, consulta nuestra guía para conocer qué es el bienestar emocional y cómo conseguirlo.