En determinadas enfermedades como el cáncer de testículos, los hábitos como la autoexploración se convierten en una herramienta eficaz para detectar posibles anomalías. En el caso de los hombres, una exploración periódica puede servir para poner de manifiesto de manera temprana la presencia de tumores o cáncer en uno o los dos testículos. Se trata de un procedimiento sencillo que en uno o dos minutos permita localizar posibles protuberancias, masas o bolitas en el saco escrotal.
No hay que olvidar que el testicular es el tipo de cáncer que más afecta a la población masculina entre los 15 y 35 años de edad. Además, aunque esta patología puede afectar a los hombres en cualquier etapa de su vida, nueve de cada diez cánceres de este tipo se presenta entre los 15 y 54 años de edad.
A destacar que un diagnóstico temprano permite un adecuado tratamiento e incluso una total curación, teniendo en cuenta los grandes avances en el tratamiento quimioterápico de los últimos años. De ahí que sean todavía más importantes las autoexploraciones rutinarias para detectarlo de forma precoz. Es conveniente realizarse las exploraciones cada 6 meses y en caso de antecedentes familiares de cáncer de testículo o pacientes que ya lo hayan padecido anteriormente una vez al mes.
Paso a paso
Para llevarlas a cabo de manera correcta se sugiere realizarlas de pie y después de la ducha, justo en el momento en que la piel del escroto se encuentra suave y relajada. La autoexploración se realiza testículo por testículo. Así, primero se palpa suavemente el saco escrotal para localizar los testículos. Una vez identificada su posición, se examinan cuidadosamente mediante suaves presiones a lo largo de toda la superficie con los dedos índice, medio y pulgar, en busca de bultos, cambios en el tamaño y notoria dureza. Los testículos deben tener una consistencia firme sin llegar a ser rígida. Es normal que un testículo sea ligeramente más grande que el otro, como también que exista diferencia en su altura. Eso sí, cualquier protuberancia, agrandamiento o cambio notorio en su dureza puede significar una señal de alarma por lo que hay que consultar con el médico de cabecera o especialista lo antes posible.
No siempre es un tumor
Un testículo se puede agrandar por muchas otras razones que no sean un cáncer. Por ejemplo, por acumulación de líquido alrededor del testículo que forma una afección benigna llamada hidrocele. Otras veces, las venas en el testículo pueden dilatarse y causar agrandamiento o abultamiento alrededor del testículo. Esto se conoce como un varicocele.
Al igual que para evitar otro tipo de patologías y, en concreto la aparición de tumores, una dieta saludable, la práctica de ejercicio físico de forma regular y evitar el sobrepeso ayudan. Asimismo, hay que luchar contra el tabaquismo y el consumo inapropiado de alcohol.
Médicos de IMQ, especialistas en Urología
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