Ginecología y Obstetricia en IMQ
Se conoce como clamidia a la infección causada por una bacteria llamada “Chlamydia trachomatis”, que se transmite al mantener relaciones sexuales con una persona infectada. Es, de hecho, la enfermedad de transmisión sexual (ETS) más común.
La clamidia afecta tanto a hombres como a mujeres. Es frecuente en personas sexualmente activas menores de 25, especialmente mujeres, aunque también es habitual en la década de los 30 a los 40 entre aquellos que cambian con frecuencia de pareja.
A menudo los síntomas de la clamidia no se manifiestan, es decir, que se puede estar infectado y no ser consciente de ello, lo que aumenta el riesgo de transmisión. Por lo general, se puede tratar con una o varias dosis de antibiótico y desaparece en una semana, pero si no se atiende a tiempo, puede causar complicaciones graves como daños en el sistema reproductivo.
Es por ello que, aunque no se tengan síntomas, es importante que las personas en riesgo (sobre todo aquellas que ya han sido infectados en el pasado), se realicen las pruebas de ETS al menos una vez al año para descartar la posibilidad de tener clamidia y de transmitirla a sus parejas sexuales.
Cómo se transmite la clamidia
Por lo general, la clamidia se transmite por vía sexual o por el contacto con fluidos genitales infectados, como el semen o el flujo vaginal. Así pues, las formas más comunes de transmisión son la práctica de sexo vaginal, anal u oral sin protección, o por el contacto entre los genitales de una persona no infectada con los de otra que sí que lo está, bien directamente o a través de juguetes sexuales.
Por lo tanto, es posible contagiarse de clamidia sin necesidad de que exista penetración o eyaculación en la relación sexual, pero no es posible contraerla a través de otro tipo de contacto físico como los besos. Del mismo modo, la clamidia no se transmite por compartir duchas, baños, toallas o piscinas.
Las mujeres embarazadas que tengan clamidia pueden trasmitirla al bebé, quien podría desarrollar infecciones oculares, como la conjuntivitis, o pulmonares, como la neumonía. En algunos casos, si no se trata, también podría causar que el bebé naciese de manera prematura.
Síntomas de la clamidia
Es importante tener en cuenta que es posible, y de hecho es muy habitual, estar infectado de clamidia y no padecer ningún tipo de problema. Aun así, ante la duda de que podamos tenerla, es primordial conseguir un diagnóstico y tratarla. Normalmente se trata de una infección fácil de controlar y eliminar, pero si no se hace, puede extenderse y causar complicaciones a largo plazo.
Síntomas de la clamidia en mujeres
Las mujeres pueden infectarse de clamidia en el cérvix o cuello del útero (parte baja del útero en el interior de la vagina), el recto y la garganta.
Los síntomas más frecuentes son el flujo vaginal anormal, abundante, sensación de dolor o quemazón al orinar, molestias y/o sangrado durante las relaciones sexuales y también entre periodos. Si la infección se extiende, podría provocar dolor en la parte baja abdominal, nauseas e incluso fiebre.
En los casos en los que la infección es más grave, la clamidia y otras ETS como la gonorrea, pueden causar una enfermedad pélvica inflamatoria. Esto es, una infección en el aparato reproductor, en concreto útero, ovarios o trompas de Falopio. Si no se trata, puede derivar en problemas serios como la esterilidad o dificultad para quedarse embarazada, embarazos ectópicos (el óvulo fecundado se queda en las trompas de Falopio en lugar de hacerlo en el útero ya que éstas se encuentran dañadas y no permiten su correcto paso), o dolores pélvicos crónicos.
Además, en mujeres embarazadas la clamidia puede provocar los problemas citados anteriormente: infecciones en ojos y pulmones para el bebé, y/o partos prematuros.
Síntomas de la clamidia en hombres
Los hombres pueden infectarse de clamidia en la uretra, el recto y la garganta.
Los síntomas más habituales incluyen la sensación de ardor al orinar, secreciones inusuales del pene o el recto, e hinchazón y dolor en los testículos.
En algunos casos, la clamidia puede provocar artritis reactiva. Es una reacción a la infección que hace que las articulaciones, los ojos o la uretra se inflamen. Puede darse también en mujeres, pero es más común en los hombres.
Prevención y tratamiento de la clamidia
Habitualmente, la clamidia se trata con antibióticos, en una o varias tomas durante aproximadamente una o dos semana.
Es necesario “quitarle hierro” y afrontar la clamidia abiertamente, lo cual ahorrará problemas a la persona infectada y sus parejas sexuales. Si se tiene una infección de clamidia, es importante comunicárselo a las personas con las que hayamos mantenido relaciones.
Durante el tratamiento de la infección, debemos abstenernos de tener sexo. Si solamente tomamos antibiótico un día, evitaremos mantener relaciones al menos en la semana siguiente a la toma.
Cualquier persona que tenga una vida sexual activa, sobre todo si se ha cambiado de pareja y/o no se utilizan preservativos durante las relaciones, puede infectarse de clamidia. Aunque la única manera de evitar la enfermedad por completo sería no mantener relaciones sexuales, el uso de preservativos a la hora de tener sexo vaginal, anal u oral es la mejor manera de prevenir el contagio de la clamidia.