Los cuidados paliativos se basan en procurar, en primer lugar, el alivio del sufrimiento físico, emocional, social y espiritual que padece un enfermo en la fase avanzada de su dolencia y que ya no responde al tratamiento curativo. Se podría decir que esta disciplina sanitaria lo que pretende es ensanchar la vida, no alargarla. Tampoco tiene la misión de ‘dejar de hacer’, sino cuidar activamente. Concretando más y aclarando algunas dudas, los cuidados paliativos no precipitan deliberadamente la muerte, pero tampoco prolongan innecesariamente su agonía, ya que su finalidad es aliviar su sufrimiento mientras llega la muerte. El apoyo por parte de los profesionales asistenciales a los allegados es también otro de los objetivos.
Los cuidados, la atención integral a la persona y el acompañamiento cualificado se consideran cada vez más necesarios para poder morir en paz cuando no es posible curar la enfermedad. Esta necesidad se transformó en un derecho para todos los ciudadanos de la CAPV cuando el Parlamento Vasco aprobó la Ley 11/2016, de 8 de julio, llamada Ley de garantía de los derechos y de la dignidad de las personas en el proceso final de su vida.
En nuestro entorno es cierto que se detecta una sensibilidad en aumento sobre este tema. Todos podemos tener cerca familiares que se encuentran en esta situación y no es fácil soportar que sufran cuando deben afrontar sus últimos días.
Unidades especializadas en cuidados paliativos
En el ámbito de los cuidados paliativos, se pueden diferenciar entre los cuidados domiciliarios y los hospitalarios, que se distinguen en función del lugar donde se llevan a cabo. Es posible dividirlos entre básicos y complejos; los primeros puede realizarlos el equipo de atención primaria en el hogar, ayudado por los especialistas de cuidados paliativos de atención domiciliaria. Los complejos deben efectuarlos profesionales expertos y, preferiblemente, en unidades específicas.
Además de la medicina, para poder prestar estos servicios son necesarios profesionales de otras disciplinas, como enfermería, psicología, trabajo social, asistentes espirituales, etc. Todos juegan un papel en la atención de las múltiples necesidades de una persona que se encuentra en la fase terminal de su enfermedad.
Habitualmente, estos programas han estado centrados en los enfermos de cáncer, pero desde hace más de 18 años se comprendió que morir a causa de esta patología no es tan diferente a hacerlo de una insuficiencia cardíaca congestiva avanzada, de una demencia, de una insuficiencia hepática, de enfermedad pulmonar obstructiva crónica o de ELA. También ellos necesitan que se les alivie el sufrimiento en esta etapa vital.
Dr. Jacinto Batiz
Especialista en Medicina General y Paliativa de IMQ