La depresión es una patología mental frecuente que se caracteriza por la presencia de un conjunto de síntomas de predominio afectivo (tristeza, apatía, pérdida de interés o placer, desesperanza, irritabilidad), aunque también otros de tipo cognitivo (falta de concentración) o somático (trastornos del sueño, del apetito, sensación de cansancio). Esta sintomatología debe tener una intensidad y duración suficientes, se estima que al menos dos semanas, para ser considerada depresión.
La prevalencia de esta enfermedad continúa aumentando en todo el mundo. Según la OMS, afecta a más de 300 millones de personas, lo que equivale al 4,4% de la población mundial. En el País Vasco, un estudio realizado por la UPV concluye que la depresión y la ansiedad se han incrementado un 33% entre la población vasca desde 2008.
Respecto a sus consecuencias, puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando se prolonga en el tiempo y es de intensidad entre moderada y grave. En el peor de los casos, puede llevar al suicidio, la segunda causa de muerte entre los 15 y 29 años.
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Depresión, una enfermedad con múltiples causas
En su aparición y desarrollo influyen factores personales, cognitivos, familiares, sociales… Está constatado que la prevalencia es mayor en mujeres que en hombres y tienen más posibilidades de sufrir una depresión los parientes de primer grado de pacientes con trastorno depresivo.
Además, las investigaciones reflejan que las personas con tendencia a tener pensamientos negativos, distorsiones cognitivas y creencias disfuncionales son más propensas a desarrollar una depresión ante los sucesos adversos de la vida. Situaciones de estrés crónico, desempleo y escaso apoyo social también parecen relacionarse con una mayor probabilidad de caer en el desánimo.
Los especialistas cuentan con fármacos muy eficaces para tratar sus síntomas, tanto los de naturaleza psíquica como los somáticos. En los últimos años se han desarrollado diferentes sustancias que presentan muy buena tolerancia y con una pauta de tratamiento sencilla y cómoda. Es importante recordar que resulta imprescindible seguir el tratamiento durante el tiempo que establezca el médico, aunque los síntomas hayan mejorado.
En algunos casos, puede estar indicada la terapia psicológica para reforzar los recursos de afrontamiento; diferentes abordajes de este tipo han mostrado su eficacia en mejorar el episodio depresivo en curso y disminuir la posibilidad de sufrir recaídas.
Dr. Bosco Anguiano Jiménez
Especialista en Psiquiatría de IMQ