La dermatitis atópica es la enfermedad inflamatoria más frecuente de la piel y afecta a uno de cada cinco niños. Consiste en la aparición de lesiones eccematosas cutáneas asociadas a intenso picor. La dermatitis atópica es crónica y no contagiosa, los eccemas surgen en brotes desencadenados por múltiples circunstancias, con épocas de mejoría que suelen coincidir con el verano. Es una patología que predomina en la infancia –aproximadamente el 20% de los niños la padecen– y mejora con el paso de los años, aunque en un 7% de los adultos continúan los problemas.
La dermatitis atópica suele aparecer entre los 4 meses y los 5 años de edad y mantenerse hasta la adolescencia. Las posibilidades de sufrirla aumentan si hay otros familiares que la padecen, ya que el 60% tienen un pariente directo afectado. En estos casos de origen genético, se han identificado varias mutaciones que afectan a la estructura de la piel, haciendo que ésta no funcione correctamente como barrera protectora frente a los microorganismos.
En otras ocasiones, existe una herencia del estado atópico (la forma que tienen ciertas personas de reaccionar excesivamente ante sustancias o estímulos ambientales), pero en cada miembro de la familia puede manifestarse de diferente manera: con rinoconjuntivitis alérgica (lagrimeo y estornudos), asma o con dermatitis atópica. Además, una misma persona, a lo largo de su vida, puede tener diferentes manifestaciones de atopia.
Sin embargo, así como el asma y la rinoconjuntivitis tienen una clara relación con la sustancia a la que el individuo es alérgico, la dermatitis atópica no se comporta de esta manera, de modo que en la inmensa mayoría no se identifica una causa alérgica que justifique la enfermedad. Hay que desechar la idea de que esté provocada por la alergia al huevo, la leche, el pescado y los ácaros y pólenes.
¿Por qué aumentan los diagnósticos de dermatitis atópica?
El diagnóstico de dermatitis atópica se ha triplicado en los últimos 30 años. Afecta a todas las razas y a ambos sexos por igual y predomina en áreas urbanas, siendo menos frecuente en el ámbito rural. Por este motivo, algunos autores apuntan a factores medioambientales, como la polución y ciertos hábitos de vida, como causantes de este incremento. Sin embargo, este aumento también viene dado por la mejora de la sanidad y el papel de pediatras y dermatólogos, que permiten registrar un mayor número de casos que en el pasado no llegaban a consulta.
¿Cómo tratar la dermatitis atópica?
Para combatir la dermatitis es clave restaurar la piel manteniéndola hidratada, tratar las lesiones con antiinflamatorios y controlar el picor mediante los antihistamínicos que indique el especialista. Si no se mejoran las tres cosas, el paciente podría llegar a requerir antibióticos orales e incluso atención hospitalaria.
La aparición del eccema atópico requiere un tratamiento específico: el uso de corticoides tópicos permite la resolución de las lesiones en la mayoría de los casos. Debe elegirse un corticoide de potencia diferente según la edad, el aspecto de la lesión y su localización. Por eso, se utilizan fármacos diferentes en lactantes que en niños mayores y adultos.
Es fundamental controlar el rascado mediante antihistamínicos orales que permitirán ahorrar corticoides. En algunas localizaciones y casos también se recomiendan el tacrólimus y el pimecrólimus en crema o pomada. Los efectos secundarios de estos tratamientos, si se realizan bajo prescripción médica, son excepcionales. Los antibióticos orales sólo deben utilizarse en caso de lesiones infectadas extensas, situación que se debe tratar de evitar.
Dra. Mª Carmen Sanz de Galdeano
Especialista en Dermatología de IMQ