Psicóloga y coordinadora de Unidad de Día de Desregulación emocional en IMQ Amsa.
¿Quién no ha apurado la hora de llegar a casa o ha desobedecido alguna norma en su época de juventud? ¿Quién no se ha sentido incomprendido en su adolescencia? Es algo socialmente conocido y aceptado que la época de la adolescencia y juventud está siempre vinculada a la rebeldía y el desafío a las normas establecidas. Se vive la entrada a la edad adulta como un momento de emancipación, de emprender un camino propio y, muchas veces, para ello se busca romper con las normas.
Además, todas las emociones se viven con mayor intensidad y son fuente tanto de momentos de gran alegría como de sufrimiento intenso. En la mayoría de las ocasiones, estas transgresiones son cuestiones puntuales y no trascienden más allá del momento.
Qué es la desregulación emocional
Sin embargo, en ocasiones, hay personas que tienen dificultades severas para poder regular sus emociones y las conductas que se generan a partir de ellas. No cuentan con los recursos necesarios para gestionar lo que están sintiendo de manera tan intensa y esto los lleva a adoptar actitudes que pueden llegar a ser dañinas para ellas mismas. Son las y los jóvenes que conviven con un diagnóstico de trastorno de personalidad grave y para quienes la “rebeldía” de esta etapa vital es aún más intensa.
Estas chicas y chicos sienten un gran dolor emocional que les impide adaptarse a las distintas esferas de su vida: la familiar, la social o la educativo-laboral. Su forma de ver la vida se caracteriza por la rigidez tanto en los pensamientos como en las conductas, algo que termina repercutiendo directamente en todas sus relaciones.
La convivencia resulta muy complicada y en muchas ocasiones la familia se desestabiliza como resultado de las situaciones que se crean. Madres, padres, hermanos/as…cada uno desde su rol reciben el impacto de esa forma de actuar que es, a veces, tan extrema. Desde la frustración y la impotencia de no saber cómo ayudar a su familiar a la incomprensión ante algunas actitudes.
Por ello, es importante comprender que el origen de su comportamiento es esta dificultad para autorregularse y que son ellos y ellas quienes más sufren por ello.
¿Cómo identificar una desregulación emocional?
Entre las características más frecuentes en este tipo de personas se pueden encontrar los siguientes:
• Un miedo intenso al abandono
• Relaciones intensas inestables y, con frecuencia, idealización de los otros
• Cambios rápidos de identidad e imagen. Así como cambios de metas y valores, y verse a sí mismo como “malo”.
• Comportamientos impulsivos y de riesgo como pueden ser apuestas, conducción imprudente, sexo inseguro, compras desmedidas, atracones o abuso de drogas, o sabotaje del éxito al dejar de repente un buen trabajo o terminar una relación positiva.
• Amenazas o conductas suicidas o autolesiones, a menudo en respuesta al miedo de separación o rechazo.
• Importantes cambios de humor que pueden durar desde algunas horas hasta algunos días y pueden incluir felicidad intensa, irritabilidad, vergüenza o ansiedad.
• Sentimientos de vacío
• Enfado intenso e inadecuado
• Incomprensión
Afortunadamente, hoy en día se cuenta con nuevos abordajes para esta patología desde la psiquiatría y la psicología. Gracias a ellos, estos jóvenes pueden adquirir herramientas que les ayuden a gestionar sus emociones de manera que puedan evitar las conductas impulsivas y que puedan ponerles en riesgo.
Es importante también que, de manera paralela, la familia se implique en el proceso para poder comprender la complejidad de la situación y aprenda cómo acompañar al joven en su tratamiento.
El objetivo final es que la persona sea consciente de sus dificultades e incorpore a su vida diaria las técnicas para regularlas y pueda volver a sus actividades de manera normalizada.
En IMQ ponemos a tu disposición un amplio cuadro de profesionales de la salud mental para ayudarte, entre los que se incluyen especialistas en el tratamiento de la desregulación emocional grave.