El dolor de cabeza o cefalea entra dentro de las diez causas más frecuentes de consulta al médico de cabecera, llegando hasta la cuarta parte de las de la especialidad de neurología. De hecho, en torno al 90% de la población lo ha sufrido en algún momento a lo largo del año. Pero este síntoma puede esconder múltiples causas, traumatismos craneales y trastornos vasculares o cervicales –las patologías más frecuentes–, las relacionadas con el inicio o cese del consumo de sustancias, incluidos varios fármacos de uso cotidiano o dejar de tomar productos tan comunes como la cafeína, así como las que aparecen ligadas a procesos infecciosos o fiebre.
El dolor de cabeza de inicio reciente o el que alcanza gran intensidad en poco tiempo puede hacer sospechar que exista una enfermedad subyacente. Los sangrados cerebrales, por ejemplo, llegan a producir el dolor más agudo que puede sufrir un paciente, escalando a su máximo nivel en escasos minutos.
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Si la cefalea, además, se acompaña de fiebre y cambios en el nivel de conciencia o personalidad, es necesario realizar un estudio exhaustivo para descartar otros problemas. En este sentido, apuntar que hay personas con mayor riesgo de padecer complicaciones, como las que tienen antecedentes de cáncer, han recibido un trasplante, sufren VIH o mujeres embarazadas. Finalmente, también debe poner en alerta cuando únicamente se localiza en un lado de la cabeza o empeora al toser o hacer de vientre.
Controlar el sueño y el estrés previene el dolor de cabeza
Las herramientas para diagnosticar y diferenciar son sencillas. Una entrevista médica es la base principal y se puede complementar, si fuera necesario, con una exploración neurológica, un escáner, un TAC cerebral o una resonancia magnética. En casos puntuales también pueden ayudar pruebas analíticas o estudios del sueño. Con ello, se debería saber si el paciente sufre una cefalea primaria, a la que pertenecen la mayoría de las que se consultan, como puede ser la migraña o jaqueca, una cefalea tensional por estrés, o, al contrario, presenta una secundaria en relación con lesiones estructurales en la cabeza o en otras partes del organismo.
En el tratamiento del dolor de cabeza primario son importantes tanto los medicamentos como ciertos cambios de hábitos. Por un lado, se pueden recetar antiinflamatorios u otros calmantes propios para la migraña. Cuando resultan insuficientes, habrá que recurrir a la medicación preventiva como los antiepilépticos o antidepresivos, con la idea de controlar su frecuencia e intensidad. A nivel conductual, las recomendaciones generales se centran en conocer los factores desencadenantes (hábitos de sueño desordenados, ciertas dietas…) y realizar ejercicio físico de forma regular con vistas a un buen control del estrés.
Dra. Izaro Kortazar Zubizarreta
Especialista en Neurología de IMQ