Factores de riesgo de los TCA

Existen factores de riesgo que pueden determinar la aparición de TCA, o trastornos de la conducta alimentaria. Intervienen circunstancias de diversa naturaleza que, al coincidir en una misma persona, pueden contribuir a que se produzcan cambios en el comportamiento, tanto alimentario como psicológico. Al identificarlos, puedes ayudar a prevenir estas alteraciones y evitar sus consecuencias.

¿Qué factores influyen en la aparición de los TCA?

La Organización Mundial de la Salud nos dice: "Los trastornos de la conducta alimentaria se caracterizan por alteraciones en la alimentación y preocupación por los alimentos, así como por problemas notables de peso corporal. Los síntomas o comportamientos dan lugar a un riesgo o daño considerables para la salud, con angustia o discapacidad funcional importante".

Los principales tipos de TCA son la anorexia, la bulimia y el trastorno por atracón. Una de las consecuencias de este último es el desarrollo de diferentes grados de sobrepeso u obesidad; la más grave es la obesidad mórbida, cuando el índice de masa corporal es superior a 40.

Los factores de riesgo pueden ser de tipo individual, familiar y social. La combinación eleva considerablemente la probabilidad de desarrollar alguna de estas enfermedades y contribuye a su permanencia. La mejor manera de tratarlas es mediante intervenciones individuales y familiares, con un equipo multidisciplinar y realizadas precozmente.

Factores individuales

Aunque existe una predisposición genética a sufrir estos trastornos y el antecedente de un familiar con alguna de estas enfermedades es importante, es también determinante la presencia de factores ambientales y sociales.

Otra circunstancia que influye es la obesidad en la infancia, que puede dar lugar a situaciones de bullying, con la consiguiente pérdida de autoestima en el/la paciente. En este sentido, la Encuesta Nacional de Salud para la población de Euskadi indicó que en 2017 las cifras de obesidad infantil eran del 8 % en los niños y el 5,7 % en las niñas.

Por otro lado, ciertos rasgos de la personalidad son relevantes, como el perfeccionismo, la impulsividad, la ansiedad o la necesidad de controlar. Una baja autoestima y la valoración negativa de la propia imagen (con una percepción distorsionada del cuerpo) hacen que la vulnerabilidad sea mayor.

El sexo femenino presenta una probabilidad más alta, ya que la mayoría de los pacientes con TCA son mujeres. Respecto a la edad, es en la adolescencia cuando más frecuentemente se presentan estos trastornos. La razón es que la presión por la imagen es muy importante en esta etapa, en la que se desarrollan la personalidad y los roles sociales.

Factores familiares

Ser hija única predispone a sufrir estos trastornos, especialmente cuando la familia es sobreprotectora y con dinámicas rígidas. En el caso contrario también existe un riesgo elevado, cuando el grupo familiar está desestructurado, con poca definición de los roles y comunicación deficiente.

En varios estudios se ha determinado que las niñas que mantienen una relación con sus madres caracterizada por la inseguridad y la evitación tienen un riesgo elevado de padecer TCA. En relación con el vínculo afectivo con el padre, aparecen exigencias de perfeccionismo, y se les percibe como distantes.

Otro aspecto son los valores que se transmiten, especialmente si se enfocan en la belleza y la delgadez como medios para triunfar en la vida. En este caso, las críticas de los familiares hacia el aspecto o el peso pueden tener un impacto muy negativo.

Factores sociales

Los niños que han sido objeto de burlas por su apariencia física pueden desarrollar una gran inseguridad a causa de su imagen. Más adelante, en la adolescencia, serán más susceptibles a dejarse influenciar por los medios de comunicación.

Por lo general, las personas asociadas a estos mensajes, que se transmiten a través del cine, los espectáculos y la televisión, son delgadas y exitosas. Se venden como ideales que en la realidad resultan muy difíciles de alcanzar.

En algunas profesiones, el peso es determinante para destacar. Por ejemplo, quienes se dedican a la danza, el modelaje o el espectáculo presentan un riesgo elevado. Respecto a los deportes, el problema aparece en los que tienen categorías determinadas por el peso.

El uso de las RR. SS. impone demandas incesantes a muchos adolescentes, que necesitan la aprobación de su círculo de amigos. La imagen como elemento predominante y los datos nutricionales falsos son riesgos adicionales a los que se exponen los usuarios que no recurren a otros medios para adquirir información.

Existe también una cultura de la dieta, un conjunto de creencias que gira en torno a la idea de que los cuerpos delgados son los más deseados, exitosos y saludables. Por culpa de la cultura de la dieta hemos llegado a dar valores morales a los alimentos tildándolos de buenos, sanos, limpios, malos... Esto nos lleva a creer que comer "sano" es equivalente a mantener una dieta que nos permita estar en un "peso ideal".

Incluso existen páginas web de fácil acceso que promocionan la anorexia y la bulimia como estilos de vida deseables. Quienes las consultan encuentran informaciones que refuerzan las conductas alimentarias patológicas.

Conocer a fondo estos factores de riesgo para los TCA incide de forma positiva en el pronóstico de la enfermedad y en el éxito de las terapias. Su relevancia se basa en poder controlarlos o detectarlos a tiempo para iniciar un tratamiento y modificar las conductas alimentarias poco saludables. Como en la mayoría de los temas de salud, la prevención es lo esencial.