Especialista en Psiquiatría de IMQ
Antes de hablar sobre cómo gestionar esta situación, es importante entender que el duelo por el fallecimiento de alguien cercano no es una enfermedad, sino la adaptación de las emociones ante una pérdida, sea cual sea. Aparte de la muerte de un allegado, puede considerarse también duelo el sentimiento por pérdidas cotidianas como quedarse sin un empleo, un aborto, un amigo, una mascota…
Una vez descrita esta situación, llega el momento de trabajar la adaptación emocional que, para ser la correcta, debe pasar por diversas fases. En primer lugar por la de la negación; después la de enfado, indiferencia o ira. En este periodo se buscan las causas o sentimientos de culpabilidad que expliquen la pérdida. La tercera es la fase de negociación, en la que se intenta encontrar una solución para pasar a la del propio dolor emocional, con una necesaria tristeza. Por último, llega la de aceptación, que cierra el círculo. La duración habitual de todo el proceso oscilaría entre 2 y 12 semanas, pero es bastante habitual que llegue al medio año o incluso que se prolongue más.
Aunque en la sociedad actual no se es del todo consciente de que no completar estos pasos puede tener sus consecuencias, las tiene y pueden llegar a ser graves. La más importante sería la de caer en un estado depresivo crónico que afecte al normal desarrollo de la vida de la persona, a su estado psíquico y a su conducta, así como a su vida social y familiar. Respecto a cuáles pueden ser los duelos más difíciles de gestionar, la pérdida de un hijo es una de las situaciones más complicadas, al saltarse la regla natural de que los padres morirán antes que sus hijos.
Duelo: ¿cuándo acudir a un especialista?
No es fácil saber cuándo el duelo está en una de las fases mencionadas anteriormente o nos supera. Alguno de los síntomas que pueden alertar de que no se están completando estos periodos adecuadamente son las situaciones de sufrimiento descontrolado –llanto, ira, enfados, sintomatología depresiva, alteración del sueño, de la vida diaria– que se prolongan en el tiempo. También pueden alarmar de su gravedad la intensidad con la que se padecen. En casos de enfermedad de un ser querido en el que se prevé un desenlace fatal, sería interesante acudir a un especialista antes del fallecimiento.
Una vez en la consulta, la persona afectada se va a sentir entendida y arropada por el profesional. Poder hablar de su malestar, dolor y desesperación y compartirlo es terapéutico, aunque si fuese necesario se puede recurrir a ayuda farmacológica, que va a servir para disminuir la angustia y la ansiedad y mejorar el estado de ánimo. Posteriormente, el tratamiento psicoterapéutico reglado contribuirá a sobrellevar el duelo, a lo que también ayuda que la persona vaya retomando, poco a poco, sus aficiones y su vida social.
Por último, cabe advertir que no en todos los casos se acaba superando, como en aquellos de carácter patológico en los que el mantenimiento de los síntomas lleva al abandono del trabajo o de los estudios, o en los que pueden aparecer tendencias suicidas.