Nutricionista del Centro Médico-Quirúrgico IMQ Zurriola
Una alimentación sana y equilibrada es la mejor vía para cuidar nuestra salud a todos los niveles. A largo plazo, nos permitirá reducir el riesgo de padecer numerosas enfermedades crónicas que condicionan la calidad de vida, pero también a corto plazo supone muchos beneficios.
Si llevamos una dieta equilibrada y unos hábitos alimentarios saludables, al poco tiempo experimentaremos mejoras en todos los sentidos.
Disminuye la grasa corporal acumulada
Una dieta basada en alimentos de origen natural, rica en frutas, verduras y legumbres, es la estrategia más efectiva para deshacerse del exceso de grasa. No existen fórmulas mágicas ni dietas para perder peso de la noche a la mañana sin poner en riesgo la salud. Pero si llevamos a cabo una alimentación saludable y realizamos ejercicio físico de manera regular, nuestro cuerpo irá reduciendo el exceso de lípidos acumulados.
Para conseguirlo, lo primero que debemos hacer es eliminar los alimentos ultraprocesados, los platos preparados y la bollería industrial, fuentes de grasas trans, azúcares y sal. A partir de ahí, una dieta rica en hortalizas, cereales integrales, proteínas de calidad, preferentemente procedentes de pescado, y aceite de oliva nos permitirá evitar el sobrepeso.
Reducimos los problemas digestivos, el estreñimiento y la hinchazón
Al mejorar nuestros hábitos alimentarios, aumentamos la ingesta de fibra, muy presente en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales. La fibra alimentaria está formada por componentes que el cuerpo expulsa sin digerir y es muy importante para mantener la salud intestinal.
La fibra previene el estreñimiento y facilita el movimiento intestinal, así que una ingesta habitual de alimentos ricos en estos componentes evitará la sensación de pesadez y hará que nos sintamos mejor. Además, la fibra alimentaria tiene otras funciones muy importantes para nuestro organismo: ayuda a reducir el colesterol, estabiliza los niveles de azúcar en sangre y reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Es más fácil dormir profundamente
Gozar de un buen descanso está relacionado con varios factores y uno de ellos es la alimentación. El desequilibrio en los niveles de glucosa, así como los alimentos con alto contenido en sal hacen más difícil conciliar el sueño. Por eso, si evitamos comidas procesadas, las bebidas azucaradas y la bollería industrial, es probable que durmamos mejor.
Por otro lado, existen alimentos que facilitan el sueño y que normalmente están presentes en una dieta saludable. El triptófano es un aminoácido que se transforma en serotonina y esta a su vez en melatonina, hormonas que ayudan a regular el descanso. Los alimentos más ricos en triptófano son la yema de huevo, pescado azul, frutos secos y las legumbres.
Se ralentiza el envejecimiento de los tejidos
Los antioxidantes nos protegen frente a los radicales libres, que provocan la oxidación celular. Una dieta rica en vitaminas E, C y A, así como en minerales como el manganeso, el selenio, el cinc y el hierro contribuye a evitar el envejecimiento prematuro de nuestros tejidos.
Si llevamos una alimentación equilibrada y saludable obtendremos las dosis suficientes de estos nutrientes, presentes tanto en frutas y verduras como en los frutos secos y el aceite de oliva. En general, los alimentos más ricos en antioxidantes son los cítricos y kiwi, el aguacate, las zanahorias, el pimiento rojo, la cebolla, las espinacas y los tomates.
Tenemos menos dolores de cabeza
Los platos preparados, fritos y comida ultraprocesada son alimentos desencadenantes de jaquecas y migrañas. El alto contenido en sal y en saborizantes como el glutamato monosódico provocan dolores de cabeza a muchas personas, así que si los evitamos tendremos menos probabilidades de padecer estas dolencias. También las bebidas alcohólicas fermentadas, en especial el vino, y los cambios bruscos de glucosa en sangre son potenciadores de las cefaleas.
Mejora nuestro estado de ánimo y el nivel de energía
Si llevamos una dieta adecuada, nos sentiremos mejor tanto a nivel físico como emocional. Por un lado, evitaremos fuentes de malestar, pesadez y dolencias ligadas a una mala alimentación. Pero, además, unos hábitos de comida saludables ayudarán a mejorar el rendimiento cerebral y el estado emocional, puesto que estaremos aportando a nuestro cuerpo los nutrientes esenciales que necesita para su buen funcionamiento.